domingo, 5 de marzo de 2017

EL CONSOLADOR

¿Cómo debo vivir la vida cristiana?
Algunas personas erróneamente creen que, una vez que se convierten en creyentes, pueden seguir viviendo la vida por su cuenta. A veces yo caigo en esta trampa y pienso que mis habilidades son suficiente. Considere sus talentos personales. Puede que usted posea grandes aptitudes verbales, analíticas o atléticas. Pero, tenga cuidado, ya que esas mismas potencialidades pueden interponerse a otras mejores de Dios.
La intención de Dios no es que seamos autosuficientes, sino que vivamos humildemente sometidos a Él en una relación íntima de dependencia total a Él. Hasta ahora, no debería sorprenderle que no le haya encomendado una tarea imposible de hacer. Al contrario, Él hizo posible nuestra sumisión enviándonos su presencia constante en la persona del Espíritu Santo. El término “Espíritu Santo” proviene de la palabra griega pneuma, que significa “aliento” o “viento.” Al recibir el Espíritu Santo que el Padre nos envía, asimilamos la verdad, nos hacemos sensibles al mal y somos guiados hacia lo correcto.
Usted encontrará la descripción que Jesús da del Espíritu Santo en el capítulo 14 de Juan, versículos 16, 17 y 26. Ahí se nos presenta como Consejero, Ayuda, Compañero, Maestro y Amigo para toda la vida.
No espere que el Espíritu Santo venga con fanfarria o con un fulgurante resplandor. Él obra silenciosamente, nunca lo atosiga. Siempre señala a Jesús, nunca a Sí mismo. Cuando somos sensibles a Su presencia, nos susurra al oído y toca nuestro corazón. Se ha comprometido a permanecer en nosotros para siempre.
Versículo Clave
"Si me voy, se lo enviaré a ustedes"
Promesa de Jesús en Juan 16:7

LA ALEGRIA DE UNA VIDA SENCILLA

En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...