¿Cómo
me amo a mí mismo?
He aquí la “sorpresa” de la lección
de ayer: el punto de referencia para amar al prójimo es…¡prepárese! ¡Amarse a
uno mismo! “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Pero no es fácil.
Algunos confunden el amarse a sí
mismo con un atracón de chocolate o un reloj de diseñador que no pueden pagar
¡solo para sentirse bien! Todos sabemos lo fugaces que son las recompensas a la
autocomplacencia.
A algunas personas les cuesta amarse
a sí mismas por un intenso complejo de inferioridad: “¡Jamás voy a poder ser
como ella!” “¡Nunca doy la talla!” Se comparan a otras personas, lo cual es una
práctica “poco sabia” según el apóstol Pablo (ver 2 Corintios 10:12).
También hay otros que se menosprecian
a sí mismos por los graves errores cometidos o por pecados que los han
mantenido cautivos. Todavía no han descubierto el remedio de Dios: Su gracia
nos libera de las cargas del pasado cuando pedimos y recibimos Su perdón.
La clave para amarse a usted mismo es
verse como Jesús lo ve. Para Él usted tiene un valor infinito, es precioso a
Sus ojos, es el objeto de Su gran amor, lleno de Su Espíritu, parte de Su
cuerpo de creyentes y con la misión de cumplir con el propósito único que Él
tiene para usted. Tome un momento para reflexionar en la increíble creación que
es en Cristo.
Como alguien a quien Dios ama
inmensamente —libres de una pobre autoimagen y de las cargas del pasado—podemos
amarnos a nosotros mismos y luego “amar al prójimo como a nosotros mismos.”
Versículo Clave
"Tú
creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque
soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy
bien!"
Salmo
139:13, 14