Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su
amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que
necesite.
Lucas 11:8
Yo sí, y al inquirir del Señor sobre este asunto me he dado
cuenta de que en la mayoría de los casos se debe a que los que ya somos salvos
no somos constantes cuando se trata de orar por los que no son salvos. En vez
de perseverar en oración ante el Padre, intercediendo por ellos para que
reciban el pan de la salvación, como lo hizo el hombre por su amigo en Lucas
11:8 , nos damos por vencidos porque no vemos resultados inmediatos. No hemos
llegado a entender que la perseverancia es la clave del éxito en la
intercesión.
¿Por qué? Ciertamente no es porque tengamos que convencer a
Dios de que cambie de opinión. Él nunca cambia, y ya ha tomado una decisión:
que todos los hombres sean salvos. La razón por la cual tenemos que perseverar
en la intercesión es para poner presión en las fuerzas demoníacas que tratan de
impedir que la voluntad de Dios se cumpla. Esas fuerzas deben ser anuladas
mediante la oración para así poder derribar las fortalezas y quitar las vendas
espirituales de los ojos de la gente por la cual estamos orando.
Dios no hará nada en contra de la voluntad de las personas,
pero sí intervendrá en respuesta a la intercesión que hagamos para darse a
conocer a ellos. En respuesta a nuestras constantes oraciones Dios les mostrará
la necesidad que tienen de Él, entonces, le buscarán, y el renacimiento
espiritual se hará una realidad.
Si usted está cruzado de brazos esperando que Dios salve a
la tía María o al tío Jaime o a su mejor amigo, deje de esperar con los brazos
cruzados y empiece a interceder por ellos. Persevere en la oración. Haga la
oración de Efesios 1:16-23 por ellos y no se dé por vencido hasta que estén
salvos en el reino de Dios. Jesús entregó su vida para que ellos puedan ser
salvos. La pregunta es, ¿lo hará usted?