martes, 29 de junio de 2010

JESÚS ES LA VERDAD

Esa tarde yo no podía creer lo que oía por el teléfono: "¡María Elena, qué paz siento después de esta experiencia! Me acordé mucho de vos y pude comprender lo que es la espiritualidad…" ¿Qué había sucedido con mi colega y amiga? Yo sabía que no había ido a un "retiro espiritual evangélico", ni a una campaña de evangelización, ni siquiera había concurrido a una reunión casera o leída la Biblia. ¿A qué experiencia aludía? ¿De qué paz, perdón y espiritualidad me hablaba?

A medida que ella me contaba, mi asombro iba en aumento. Había estado por una semana alejada en una especie de retiro espiritual, sólo que no lo organizaba ningún grupo religioso, sino un grupo de profesionales que denominaba la experiencia algo así como Encuentro de la CUATRINIDAD (mi mente voló a Trinidad, pero no, era CUATRINIDAD) Sintéticamente, la experiencia consistió en una especie de armonización del cuerpo, mente, emociones y espíritu (de aquí, CUATRINIDAD).

Evidentemente en mi amiga la vivencia fue muy eficaz. No usó la palabra "CONVERSIÓN", pero su descripción me remitió a ella. Reconsideración del pasado, perdón a los padres, auto perdón, obtener paz y liberación de opresiones interiores, contacto con el "ser supremo" a fin de vivir en forma plena, libre, sin restricciones, con amplitud de horizontes. Obviamente, las ideas de pecado, arrepentimiento, confesión…estaban ausentes.

Mientras ella me contaba, yo no sabía si alegrarme o entristecerme por su bienestar recientemente obtenido. Una mezcla de sentimientos me invadió. Traté de explicarle lo que tantas veces habíamos hablado: del evangelio de Jesucristo y su anticipación en el Antiguo Testamento (YA QUE ELLA ES JUDÍA), que los principios terapéuticos que a ella le enseñaron son los principios que el Padre Celestial proveyó a través de Su propia persona y la de Jesucristo y el Espíritu Santo… Fue inútil. Ella estaba tan contenta con la paz y el camino encontrados que no estaba muy dispuesta a discernir de qué fuentes provenían las "luces" halladas. Nos debemos aún una charla profunda y esclarecedora.

Pero fue una sacudida para mí. La iglesia al final del milenio… ¿Cuál es su mensaje? ¿Es pertinente? ¿Es distintivo? ¿Es dinamita de Dios? A veces parece que el mensaje de la iglesia de nuestros días se ha quedado en el tiempo. Paz, perdón, aceptación, felicidad, realizaciones, hermandad… también son palabras frecuentemente escuchadas en "otros mensajes". Libros de autoayuda, técnicas psicoterapéuticas, programas en los medios masivos de comunicación, literatura de todo tipo, propuestos de negocios, terapéuticos o simplemente de compañerismo, incluyen estos conceptos que antes sólo nos parecían del dominio evangélico o bíblico. Antes, nuestro "VOCABULARIO CRISTIANO EVANGÉLICO" nos distinguía. Hoy, ya ni eso.

"El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir". Este texto nunca tuvo tanta fuerza para mí como en estos días. Veo la acción de Satanás al "robar" principios de Dios, que luego son distorsionados, rebajados, diluidos y vendidos sin escrúpulos a la gente sedienta en su espíritu, que compra sin más esta mercadería barata y sin compromiso.

Uno de los tantos exponentes de esta neo espiritualidad es la americana Louise L. Hay, una de las figuras más conocidas de la Nueva Era. Recorriendo algunos de sus libros de autoayuda, 1, 2, best sellers en Estados Unidos y de gran difusión en nuestro país, uno puede encontrarse con conceptos tales como: libertad, amor, creer, auto aceptación, perdón, merecimiento, poder, cambio, salud, paz, futuro, nueva vida… Propuestas de una vida mejor, más saludable y satisfactoria. ¿Y qué? ¿Acaso Dios no quiere para sus criaturas todo esto? ¿No es lo mismo que nosotros transmitimos al hablar del evangelio de Jesucristo? ¿Dónde está el robo, el engaño y la destrucción de Satanás en todo esto?

Recorriendo los libros de L. Hay podemos descubrirlo. Dios quiere que probemos los espíritus, ya que no toda "espiritualidad" proviene de Dios (1º Juan 4:1), y que podamos discernir espiritualmente (1º Cor. 2:9 16), para no ser engañados "por medio de filosofías y huecas sutilezas" (Colos. 2:8). Veamos algunos de sus textos, comparándolos con los de nuestra fuente, la Palabra de Dios.

LA AUTORIDAD

En primer lugar, examinemos su autoridad. Otra autora se refiere a ella en estos términos: "En la escuela de la vida no hay maestro más amante, dulce y capaz que Louise L. Hay". Jesús mismo nos advierte: "Uno es vuestro Maestro, el Cristo… ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo" (Mateo 23:8, 10).

LA FUENTE DE PODER

"Sólo nosotros podemos hacernos felices. Sólo nosotros podemos pensar aquello que nos dé paz y alegría. Jamás confieras tu poder a otra persona ni a ninguna otra fuente exterior. Hazte feliz a ti mismo, y todo lo que es bueno fluirá hacia ti en abundancia. Tú eres el poder y la autoridad en tu mundo".

Para el cristiano, por el contrario, la fuente de poder está fuera de él mismo, muy segura y firme: en Dios mismo. "Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; no que seamos competentes (suficientes) por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios" (2º Cor. 3:4 y 5). "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros"(2º Cor.4:7).

Cuando reconocemos nuestras propias debilidades y limitaciones es que hacemos posible que Su poder se manifieste en nosotros (2º Cor.12:9 y 10; Efesios 6:10; 3:10). Y también reconocemos que toda abundancia de bondad en nuestras vidas proviene del Padre Celestial y no de nosotros mismos (Santiago 1:16, 17; Romanos 8:32).

EL AMOR Y LA LIBERTAD

"Busca tu propio oro, crea tu propia buena salud, llena tu vida de amor, encuentra tu propia libertad. Eres digno de ello; te lo mereces, y yo te ayudaré. Estás en la senda de la iluminación interior. En la medida en que te vayas liberando, ayudarás a salvar el planeta". "Independientemente de lo que parezca ser el problema, siempre centro mi trabajo en una única cosa y es amarse a sí mismo. El amor es la cura milagrosa; si nos amamos, aparecen los milagros en nuestra vida".

El amor y la libertad son valores sumamente apreciados por el ser humano ya que son inherentes a su misma esencia. Amarse a sí mismo y ser libre es parte del diseño original de Dios para el hombre, y su resultado es salud integral. Entonces, ¿dónde está el engaño? Nuevamente, la diferencia consiste en que para el creyente en Dios, el amor y la libertad no pueden provenir de sí mismo, sino de descentrarse y encontrar en Dios sus más íntimos anhelos y necesidades fundamentales. Walter Trobisch lo expresa así: "Los filósofos y los psicólogos pueden fácilmente describir y explicar este círculo vicioso (de no poder amarnos porque no hemos sido amados), pero no pueden ayudarnos a romperlo. No puede ser roto desde adentro. Debe ser quebrado desde afuera. Jesucristo es el poder externo que rompe el círculo vicioso. Ahora tenemos algo sólido sobre lo cual pisar.

Jesucristo es el único que nos acepta tal como somos, plena e incondicionalmente, y por lo tanto hace posible que nos aceptemos a nosotros mismos y que nos aceptemos mutuamente".3 "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados… Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él" (1º Juan 4:10, 16). "Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36). "Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis sujetos al yugo de esclavitud" (Gálatas 5:1).

En las palabras de John Stott: "La verdadera libertad es libertad de ser uno mismo, siendo lo que uno es por naturaleza o lo que debiera ser. Es libertad de ser lo que Dios quiso que seamos, aquello para lo cual nos hizo… La libertad humana no es la libertad de toda restricción para que hagamos lo que nos da la gana y cuando nos da la gana.

Es libertad de todas aquellas restricciones que nos impiden ser nosotros mismos como Dios quiso que fuésemos". "Para eso estamos hechos: para el amor. Y el amor significa dar y servir. Cuando comprendemos esto llegamos inmediatamente a la más grande y maravillosa de las paradojas cristianas. La voy a expresar en tres proposiciones simples. La primera, es la libertad para ser nosotros mismos como Dios nos hizo y quiso que seamos. La segunda es que Dios nos hizo para el amor y amar no es vivir para sí mismo sino para Dios y para los demás. Al juntar estas dos primeras sale la tercera: a fin de encontrarnos tenemos que negarnos a nosotros mismos. A fin de hallarnos tenemos que perdernos. A fin de vivir verdaderamente tenemos que morir".

EL CONTROL DE LA MENTE Y EL PROBLEMA DE LA VERDAD

Louise L. Hay cree en el poder de las afirmaciones positivas. Por lo tanto, hay que repetir una especie de "oración" auto afirmativa a fin de cambiar las creencias erróneas que son motivo de enfermedad. "En mi mente gozo de una libertad total. Penetro ahora en un nuevo espacio de conciencia, donde estoy dispuesto a verme a mí mismo de una manera diferente. Estoy dispuesto a crear ideas nuevas respecto de mí mismo y de mi vida. Mi nueva manera de pensar se expresa en experiencias nuevas. Me veo a mí mismo bajo una nueva luz. Cualquier cosa que yo decida creer, llega a ser verdad para mí". "Recuerde: ¡En su mente no piensa nadie más que usted! ¡Usted es el poder y la autoridad en su mundo! Es usted quien controla su mente. Usted la usa. Usted puede dejar de tener esas viejas ideas. Y usted se sentirá espléndidamente al darse cuenta de que no es una víctima impotente de sus propios pensamientos, sino el señor de su propia mente".

Estoy convencida de que una de las mejores armas de Satanás para confundir al hombre es proponerle una sutil mezcla de verdades y mentiras, en proporciones variables según el caso. Por una parte, es cierto que aquello que creemos se transforma en verdadero para nosotros, en el sentido de ser eficaz, de producir resultados concretos. Por ejemplo, si me creo incapaz para alguna tarea, a pesar de no serlo en realidad, me conduciré como si realmente lo fuera. También es cierto que es posible para el hombre cambiar ciertos hábitos de pensamiento o corregir distorsiones de los esquemas cognitivos. En este sentido, tenemos poder o posibilidad para hacerlo; depende de nuestra voluntad. De hecho, Dios nos manda a pensar de modos correctos o agradables a Él (Filip.4:8).

¿Dónde está entonces la diferencia? En que el cristiano no puede ser dueño de la verdad ni su garante. Cristo es la Verdad (Juan 14:6), y esta Verdad no humana ilumina nuestra mente (1º Cor.2:16; Juan 16:13), y aquí está la fuente de nuestro nuevo modo de pensar, que producirá sí, cambios concretos en las actitudes y conductas. "No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que es grato, lo que es perfecto" (Romanos 12:2 V.P.).

PROCESO DE CAMBIO.

La autoafirmación que lo hace posible: "Creo en mi propio poder para cambiar" "Cuando aceptes realmente estas ideas y las hagas parte de tu sistema de creencias, te volverás "poderoso", podrás cambiar y los problemas se resolverán por sí solos. No creo que para cambiar interiormente haya que "trabajar", ni tampoco que el proceso tenga que ser difícil ni doloroso".

Nosotros coincidimos en que la persona debe sentir la necesidad de cambio, pero la propuesta cristiana es diametralmente opuesta: "Permaneced en mí, y yo en vosotros…porque separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:4, 5). Y este proceso, lejos de ser fácil, implica dolor, renuncia, muerte (Lucas 9:23;Romanos 6:6; Gálatas 2:20; Colos.3:3).

Además, el cambio para el cristiano no es a su propia medida y antojo, sino que tiene un modelo trazado: "la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:13). El verdadero cambio comienza en el espíritu del hombre y de aquí, irradia a todo su ser. "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2º Cor.5:17).

Habría muchos otros paralelismos posibles para hacer, pero en todos ellos veríamos lo mismo: Satanás ha robado las verdades de Dios y se las ofrece al hombre desnaturalizadas y, en definitiva, intentando lo de siempre: alejando al ser humano de su Creador, haciéndole creer que puede ser independiente, autosuficiente y poderoso por sí mismo.

Los criterios de salud para el hombre han sido descontextualizados de sus verdaderos orígenes: el Dios de la Biblia. Se lo ha desplazado del centro y el hombre ocupó ese lugar. Simultáneamente, conceptos centrales para entender la verdadera problemática humana, tales como: pecado, fe, arrepentimiento, confesión, han desaparecido del "mensaje espiritual" actual. Sabemos que esto también forma parte del engaño de Satanás, que en los últimos tiempos se hará más notorio (1º Tim.4:1; Mateo 24:4).

Es un desafío para los hijos de Dios tomar conciencia del mundo en que nos toca vivir y discernir los "mensajes" (no sólo los de L. Hay, ya que ella solamente es una representante), atreviéndonos a proclamar con más fuerza el verdadero mensaje de Jesucristo, el único que puede reconciliar al hombre con Dios, consigo mismo y el prójimo. Dios quiere para el hombre bienestar, salud y paz, pero hay un sólo camino establecido: Jesucristo (Lucas 4:17 21; 1º Tim.2:13 15). Ayudemos a nuestro mundo a volver a Él.

"Antes bien renunciando a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la Palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad… Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios… Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo…" (2º Cor., 4:2 7)

LA ALEGRIA DE UNA VIDA SENCILLA

En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...