sábado, 29 de mayo de 2010

LA MADUREZ

En la doctrina bíblica de madurez cristiana, existen conceptos que no interpretan el rigor de la verdad. Algunos hablan de "segunda experiencia", otros del "cruce del Jordán", o bien del "bautismo del Espíritu Santo" o de la "vida victoriosa". Algunas de estas experiencias tienen un contenido verdadero, pero no en el sentido absoluto que a veces se le asigna. Todas incluyen la idea de una crisis que conduce a una nueva experiencia en la relación con Dios, por la que se entra en la madurez. Pero en la Biblia hallamos muy claro el concepto de "madurez", como de un proceso y no de un salto. La madurez espiritual es equivalente a la madurez biológica o síquica e intelectual: es progresiva, se madura a medida que se crece.

Reconoceremos el valor de la crisis en la vida espiritual. Representan situaciones en las que debemos soportar presiones que suelen producir efectos positivos, si nos conducen a vivir experiencias de más profunda comunión con el Señor, o a entregarnos plenamente al poder del Espíritu. A veces es la convicción y la confesión de pecados, que son muy saludables para la renovación de nuestra vida espiritual. Pero de ninguna manera debemos supeditar la crisis, a la condición imprescindible desde la que debemos partir para iniciar un nuevo camino de santidad, como si nos condujera a una nueva relación con Dios, diferente en esencia a la que hemos disfrutado desde nuestra conversión. En general, la vida de todo creyente está jalonada de crisis que pueden ser positivas, en cuyo caso, representarán parte del proceso ininterrumpido y ascendente en el camino hacia la madurez.

En "LA SEGUNDA EXPERIENCIA", se pretende que debe haber una entrega equivalente a la que hicimos en la conversión, pero ahora, para recibir la santificación. El argumento es: así como somos impotentes para ser salvos, también lo somos para ser santos. Por lo tanto, debemos ir a Cristo, "CRUZAR EL JORDÁN" como antes cruzamos el Mar Rojo y entraremos en el reposo de la santidad. En esta argumentación hay buena parte de verdad, porque la santidad es un camino de fe, como lo es el de la salvación. Pero nunca es un estado absoluto al que podremos ingresar mientras estemos en este mundo. Cuando Israel cruzó el Jordán, comenzó una lucha que duró durante toda su historia. No entraron en el reposo. Lo mismo ocurre en la vida cristiana: es una permanente lucha. PABLO lo expresa claramente cuando dice que él mismo no pretende haber alcanzado la meta, pero persevera en intentar lograrlo.

El mismo argumento vale para la pretendida unción del "BAUTISMO ESPÍRITU", como una experiencia nueva en el creyente como punto de partida para lograr un nuevo nivel espiritual. Somos bautizados en el Espíritu cuando recibimos a Cristo como Salvador y Señor. Por la fe en Dios no da la vida eterna, que es el mismo Espíritu de Cristo que viene a morar en nosotros. Mantenerlo vivo, activo y manifestándose poder en nosotros, es el fruto de una renovación continua de nuestra entrega. No es meramente una experiencia que surge de una crisis, y vale para siempre, sino que es una constante y continua renovación de la crisis con que inicia: convicción de pecado, visión del poder salvador y santificador decíamos la vida cristiana en Jesucristo y entrega de voluntad al poder del Espíritu, es decir, una renovada y repetida recepción de Cristo en nosotros. No es una experiencia nueva, sino una actitud permanente de vivir enriqueciendo el conocimiento del Señor, por el cual el Espíritu nos transforma a su semejanza.

En el camino hacia la madurez naturalmente habrá fluctuaciones. Lo importante es que vivas cada día consciente de la gracia del Señor que quiere, y puede transformarte, e inicies el día con una oración de entrega, suplicando que el Espíritu Santo te dirija a cada momento, reconociendo la presencia de Cristo en ti, y suplicándole que te sea permitido descubrir la voluntad de Dios en el camino que te tocará recorrer este día. Dios es el que pondrá en ti el querer como el poder hacer su voluntad.

  • Qué hacer cuando necesitas ánimo

     

  • Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos

Del amor de Dios: ni la vida, ni la muerte, ni los

Ángeles, ni los espíritus, ni lo presente, ni lo futuro,

Ni los poderes del cielo, ni los del infierno, ni nada de

Lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada,

Podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado

Por medio de nuestro Señor Jesucristo!

(Romanos 8:38,39)

  • Así que no temas, porque yo estoy contigo;

No te angusties, porque yo soy tu Dios.

Te fortaleceré y te ayudaré;

Te sostendré con mi diestra victoriosa.

(Isaías 41:10)

  • El Dios sempiterno es tu refugio;

Por siempre te sostiene entre sus brazos.

Expulsará de tu presencia al enemigo

Y te ordenará que lo destruyas.

(Deuteronomio 33:27)

  • Aún no quiero morir. Quiero vivir y seguir hablando de lo que Dios ha hecho.

(Salmos 118:17)

  • Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones.

(Filipenses 4:13)

LA ALEGRIA DE UNA VIDA SENCILLA

En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...