lunes, 4 de octubre de 2010

APOCALIPSIS: Señales del Anticristo

LA REALIDAD DEL ANTICRISTO. La importancia del concepto en sus distintas expresiones. Distintos nombres y representaciones. Sus significados en: otras culturas, en el Antiguo y Nuevo testamento. Su representación final. (Continuación parte Dos).
Representado en Belial como símbolo del mal: es importante que el hombre o la mujer malos son llamados respectivamente hijo o hija de “belial”. Por ejemplo los hijos malvados de Elí, son “hijos de belial”, (1Samuel 2:12).
 Cuando Ana está orando en el templo pidiendo a Dios que la bendiga con un hijo, Elí cree que está borracha, pero ella le responde que no es una hija de belial, (1Sam.1:16); ver también 25:17,25; 2Sam.16:7; 1Reyes 21:10 y 2Crón. 13:7).
 En cuanto al significado del término algunos lo han interpretado como “príncipe del aire”, “ruinas sin arreglo posible” y “carente de todo valor.” Estas enfatizan cuales serán las “señales” de su actividad.
 En el período inter-testamentario belial era considerado como el jefe de todos los diablos y demonios.
 En el Nuevo Testamento la palabra aparece solo una vez, en 2Cor.6:15. Aquí belial es usado como la antítesis de Cristo. Ver también Sal.18:4. “Torrentes de la destrucción”, literalmente, “torrentes de belial”, los torrentes simbolizan peligros mortales, (Sal.42:7 y Sal.124:5).  Belial es una potencia maléfica que aquí se refiere a la muerte y más tarde pasó a ser en el judaísmo un nombre popular de Satanás (com. Reina-Valera ed.1995).
 También es probable que la idea provenga en parte de la religión persa, en la cual los judíos deben haber entrado en contacto. Los persas consideraban que el universo creado era el campo de batalla donde se libraba la lucha entre ORMUZ el dios de la luz, y ARIMAN, el dios de las tinieblas. Y esta también es la idea de una fuerza maligna en el mundo que se opone a Dios.
 En cierto sentido el Anticristo por definición es el mismo Satanás, el diablo.
Fundamentalmente se interpreta el pasaje de Isaías 14:12, identificando a “Satanás” con “Lucifer” el hijo de la mañana, el ángel que se reveló contra Dios en el cielo y fue arrojado fuera del ámbito celeste.
 Los relatos que describen a Satanás siempre lo muestran como un personaje siniestro, cuya única obsesión parece ser trastornar los planes divinos, lo cual, como pueden ver corresponde a su naturaleza rebelde.
Por ejemplo, en el segundo libro de Crónicas 21:1, tenemos un claro ejemplo de cómo Satanás (cuyo término significa: “el adversario”), convence a David de que tome un censo de su pueblo, en desobediencia a la orden de Dios que le prohibía hacerlo. Sin embargo, aunque Satanás es el oponente directo de Dios. Hay una gran diferencia. Sigue siendo un ángel, aunque sea un ángel caído. Es decir un ser creado. Y por lo tanto limitado al control soberano de Dios.
Debemos notar que lo llamativo del Anticristo, es que será también una imagen visible sobre la tierra, será la misma esencia del mal encarnado. Eso será lo que engañe a la humanidad. ¿Y qué es esto, sino una vil copia “imitando” el milagro de la encarnación?
 Todo esto explica por qué mientras el desarrollo del Mesías fue cobrando vida, paralelamente también se fue desarrollando la idea del Anticristo.
El Mesías es el ungido de Dios; por lo tanto es inevitable que encuentre oposición en la tierra. El mismo relato de la vida de Jesús nos demuestra esto. Desde que Jesús comenzó a tomar forma en el vientre de María, las fuerzas de maldad dirigidas por Satanás comenzaron a moverse para impedir su nacimiento.
 Debemos también notar la actividad del ANTICRISTO, especialmente en el Antiguo Testamento, COMO FUERZAS DE OPOSICIÓN A DIOS reunidas en su conjunto para librar el combate decisivo.
 Así lo tenemos por ejemplo, en la lucha entre Gog y Magog (Ezeq.38), o en la imagen de la destrucción de los destructores de Jerusalén en Zacarías capítulo 14.
Todo esto nos va haciendo considerar por ejemplo, que el sistema de vida de cualquier ciudad en el mundo puede estar completamente gobernado por el “espíritu del anticristo”. Esto lo ampliaremos más adelante cuando lleguemos al Nuevo Testamento.
Volviendo al punto en desarrollo, tengamos en cuenta que para los judíos de la época inmediatamente anterior al comienzo de nuestra era cristiana, el fin de la presencia activa del mal se relacionaba con un terrible episodio de su propia historia. El cual tiene que ver con la descripción que encontramos en Daniel 8:9-12, del cuerno pequeño que se exaltó a sí mismo y se rebeló contra el mismo cielo, consiguiendo detener los sacrificios diarios y aún derrumbar el templo.
 Este “cuerno pequeño” es Antíoco Epifanes de Siria, que se propuso introducir en palestina las costumbres, el idioma, la cultura y la religión griega, porque se consideraba misionero de la civilización helena. Los judíos se resistieron. “Antíoco Epifanes” invadió palestina y capturó Jerusalén.
 Según los relatos de la época 80.000 judíos murieron o fueron vendidos como esclavos. La situación fue desesperante. Al punto que circuncidar un niño o poseer una copia de la ley era un delito que merecía la pena de muerte. Nunca hubo en la historia un intento tan coherente de quitar a un pueblo su fe y religión tradicionales. Ordenó “Antíoco” profanar el templo y en el lugar santísimo instaló un altar al Zeus olímpico. En ese altar sacrificó un cerdo. Convirtió – además – las habitaciones del templo, donde se guardaban los vasos sagrados, en prostíbulos públicos.
Basta imaginarnos estas escenas horribles, para percibir también el terrible dolor del pueblo de Dios, que amaba y veneraba el templo como lugar santo.
El fin de este gobierno maquiavélico se le debe a la valentía de LOS MACABEOS, quienes lograron reconquistar la ciudad y expulsar a Antíoco. Sin embargo, para los judíos el nombre de Antíoco sigue siendo la representación más clara del mal. Es el pequeño cuerno blasfemo de Daniel, y es lo que más se parece al anticristo en la historia. Todo esto nos hace ver que la imagen del anticristo ya había tomado forma en el Antiguo Testamento, dentro de la cultura del pueblo de Dios.

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