viernes, 2 de julio de 2010

ENVASE Y CONTENIDO

JUAN M. PLACERES

En la época de Cristo los cambios se producían lentamente, pero las necesidades básicas de las personas de amor, paz y justicia estaban insatisfechas. En ese tiempo Jesús les pidió a los suyos: "Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia" (DHH Mc.16.15). Y el mundo de ese tiempo escuchó, entendió y muchos pusieron en práctica las enseñanzas de la Palabra de Dios. ¿El resultado?: se formó una generación de redimidos que cambió la historia en antes y después de Cristo.

Año 2.000. Parecía tan lejano y hoy, se está convirtiendo en realidad. Podemos descorrer aprisa la cortina del tiempo, para que nos permita visualizar los cambios rápidos y constantes del pasado. Hasta el siglo XVI se escribió únicamente en forma manuscrita. Antes de la imprenta, necesitaban décadas para realizar copias de la Biblia, y hoy, se logra en días.

El ferrocarril nació en el siglo pasado, y éste dio a luz la aviación. La primera comunicación radiofónica inter oceánica se realizó al comenzar este siglo y en su segunda parte, comenzaron las transmisiones de televisión. Grandes y rápidos cambios se produjeron por la telefonía celular y los equipos de fax. El modem permite introducir o extraer información de computadora a computadora, en cualquier parte del mundo.

La producción de software ofreciendo las viejas ciencias en emocionantes experiencias electrónicas que divierten y educan, han dado respuesta a quienes consideraban como "insoportable" estudiar en libros. Ahora los jóvenes transmiten sus preguntas o dudas a través del teclado de su computadora, teniendo respuestas en imágenes, escritura y sonidos.

Nos acercamos a un nuevo siglo con grandes avances en la tecnología, y donde lo más notable son los cambios en tiempos vertiginosos. Mientras tanto las personas continúan con sus necesidades de amor, paz y justicia insatisfechas y Jesús persevera diciendo: "Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia".

Estos estupendos cambios existentes, ¿afectaron a la Biblia?, la iglesia, ¿cambió el mensaje?

No, ni la Biblia fue afectada, ni la iglesia cambió el mensaje. La Palabra de Dios continuó siendo siempre el agua fresca y pura del manantial divino, que satisface todas las necesidades de las personas.

Lo que sí cambió, es el recipiente donde pusieron la Palabra: piedras esculpidas, tabletas de barro, cueros curtidos, papiros y códices. Vinieron otros tiempos, y el formato volvió a cambiar, tomando ahora la forma de libro, inclusive, con escritura para ciegos. Cuando está concluyendo el siglo, pareciera que nuevos envases cambiarán su presentación: casetes, disquetes y videos.

Pero hubo más cambios en el camino. Al mensaje le dieron distintas maneras de expresarlo. La Tora pronunciada en arameo, luego los nuevos giros idiomáticos cuando la Palabra se tradujo al latín en la antigua Italia, o en la popular Vulgata. Nuevos cambios cuando Ulfilas la adaptó al checo, y cambios cuando Lutero salió a la calle buscando las palabras que utilizaba el pueblo, para que las Escrituras tuvieran envase alemán.

Casiodoro de Reina la vistió con el idioma de Cervantes e inclusive le creó palabras como "muchiguar" y "menguar". Finalmente los pueblos autóctonos del mundo quisieron tenerla en su propio envase cultural. No "importada", sino Dios hablando en sus propias lenguas. La Palabra de Dios continuó siendo siempre el agua fresca y pura del manantial divino, vertida en envases culturales distintos y engalanados con la vestimenta típica de cada raza. Esta fue la respuesta de la iglesia en los tiempos pasados, al: "Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia" .

El resultado práctico del accionar de la Palabra fue asombroso. En América por ejemplo, muchos pueblos autóctonos fortalecieron su identidad étnica al tener la Palabra de Dios en su propia lengua. Prueba de ello son los cien mil quichuas creyentes evangélicos en Chimborazo, Ecuador.

Los quechuas de Cuzco y otros lugares del Perú, fueron fortalecidos por esa Palabra, ante la tragedia de muerte que vivían cada día. A los whichi en el Chaco de Argentina, no sólo les significó vida eterna, sino vida física para sus hijos que morían nueve de cada diez en la infancia, antes que llegara la Palabra en su lengua, y ahora no llega a morir uno de cada diez de sus niños.

Un caso singular ha sido lo realizado por dos jovencitas americanas, Mariana Slocum y Florence Gerdel, quienes fueron en 1939 a los tzeltales, cerca de Chiapas en México, para traducir el NT a su lengua y ayudarlos también como enfermera. Necesitaron ocho años para ofrecer a los tzeltales, una traducción en disco del evangelio. ¿El resultado? Casi de inmediato tuvieron el primer fruto de salvación y además les permitieron iniciar sus labores médicas.

Cuando en 1987 se despiden finalmente de los tzeltales comprueban que funcionaban ochenta clínicas, 322 iglesias y más de 44.000 creyentes practicantes que se gozaban de su salvación con cancionero y NT en su lengua materna. Esto muestra un caso asombroso del poder de la Palabra en el idioma de la gente para cambiar vidas.

Todo en el transcurso de una generación y como consecuencia de: "realizar una inversión en quienes sintieron que alguien, se interesaba por ellos y les preocupaba su bienestar", como dijeron dos antropólogos que trabajan con los tzeltales por más de 30 años. Vieron la necesidad y obedecieron el mandato de Jesús de: "Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia", y permitieron que la Palabra, el agua fresca y pura del manantial divino, se vertiera en el envase cultural de los tzeltales.

¿Cuál será entonces la responsabilidad de la iglesia para el año 2000?

Estar dispuesta a obedecer el mandato de Jesús, traduciendo la Palabra a los tres mil grupos que aún no la tienen en su propia lengua. Además ser conscientes de las necesidades insatisfechas de las personas de amor, paz y justicia, respondiendo en consecuencia con Escrituras adecuadas a esas necesidades.

Posibilitar que la labor testimonial vaya más allá de los canales tradicionales de iglesias y librerías evangélicas. La iglesia del siglo XXI deberá descubrir nuevas estrategias y canales para lograr que el mandato de Cristo se haga realidad. El nuevo siglo requiere que la Palabra tome nuevas formas, para nuevos públicos.

Casi la mitad de la población mundial que no lee(solamente en Asia y la India existen 550.000.000 que no saben leer) necesitan el evangelio en audio casetes. La niñez en general desconocerá las buenas noticias, si no las ofrecemos en formatos que atraigan su atención. La cultura "no escrita" de los jóvenes está indicando que la iglesia debe proveerles envases de videos y CR Rom interactivos, donde puedan detener el video y abrir ventanas que les respondan a inquietudes o preguntas.

La iglesia del nuevo siglo tiene que llevar a la "multitud" que utiliza computadoras, el evangelio en software. Es importante que la iglesia proclame el mensaje, pero es fundamental que lo comunique. La iglesia debe asegurarse que la Palabra se encuentra en los formatos que las nuevas generaciones utilizan. Ésta será la responsabilidad de la iglesia para el siglo XXI y, como siempre, orando para que sea el Espíritu Santo quien aplique la Palabra para la transformación de las personas en nuevas criaturas.

Todos los creyentes tenemos "algún talento" y no debemos cometer la sinrazón de enterrarlo en el mundo. Usémoslo para la gloria de Dios, y que, como en otras épocas: "La Palabra que sale de mis labios(dice Dios) no vuelva a mí sin producir efecto, sino que hace lo que yo quiero y cumple la orden que le doy"(DHH Is. 55.11).

La iglesia de fin de siglo necesita de muchos "talentosos" que preparen, produzcan y financien los nuevos "envases" de la Palabra de Dios, para que en el nuevo siglo XXI, haya muchos hombres y mujeres prudentes que construyan su casa sobre la roca de la Palabra y aunque vengan "lluvias, crezcan los ríos y soplen los vientos contra la casa; no caerá, porque tenía su base sobre la roca"(DHH Mt.7.25) .

La utilización de los nuevos envases para la Palabra de Dios, permitirá que continúe siendo el agua siempre fresca y pura del manantial divino, que lleve el poder suficiente para vida eterna, dando soluciones a las necesidades humanas de amor, paz y justicia.

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