lunes, 5 de julio de 2010

APOCALIPSIS: EL PODER DE LA SANGRE DE CRISTO

LA MULTITUD VESTIDAS DE ROPAS BLANCAS. (7:13-17).

Aquí es el mismo Juan que se detiene ante la pregunta de uno de uno de los ancianos: "Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿Quiénes son, y de donde han venido?" Y será el mismo que le responda: "Estos son los que vienen de la gran tribulación, y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del cordero." (vr. 14).

Se cree que la gran tribulación de la que se habla aquí, no sea la del juicio final, sino más bien que Juan se esté refiriendo a la gran persecución bajo Nerón.

La segunda parte del (vr. 14) nos lleva analizar aún más a fondo, esta metáfora de la sangre de Cristo que blanquea quitando los pecados y cuyas primeras referencias, ya las encontramos en (Ex. 19:10, 14 y Gén. 49:11.)

Es muy importante detenernos, porque este pasaje habla de la sangre del cordero. Tema esencial del Nuevo Testamento. Cuando escuchamos esta expresión debemos tener cuidado de darle su verdadero significado. En la sociedad de nuestros días la palabra "sangre" va asociada con la idea de la violencia y muerte. Y aunque es claro que cuando hablamos de la sangre de Cristo hablamos de su muerte, lo importante es recordar que los hebreos identificaban la sangre con la vida.

Por eso ningún judío ortodoxo aún en nuestros días comería carne que pueda tener su sangre adentro. (Gén.9:4). La sangre es la vida y la vida pertenece a Dios; la sangre entonces debe siempre "ser ofrecida a Dios en sacrificio".

Es natural que la sangre se haya identificado con la vida. Cuando una persona pierde sangre por una herida, va también perdiendo la vida. Ahora cuando el N.T. habla de la sangre de Jesucristo, no habla solo de su muerte, sino de su vida y muerte. SIGNIFICA TODO LO QUE CRISTO HIZO EN SU VIDA Y EN SU MUERTE, por nosotros y por todos los hombres.

Teniendo presente este concepto veamos que dice el N.T. sobre la sangre de Jesucristo: Es la sangre de Jesucristo la que nos limpia de todo pecado. (1a. Juan 1:7.) Es la sangre de Jesucristo la que hace propiciación por nosotros. (Rom.3:25.) Mediante la sangre somos justificados. (Rom. 5:9.) Mediante ella tenemos la redención. (Ef.1:7.)

La sangre de cristo nos redime, como la sangre de un cordero sin mancha y sin contaminación. (1a. Ped.1:19.) Mediante su sangre tenemos paz para con Dios. (Col. 1:20.) Además limpia nuestra conciencia de toda obra muerta para que podamos servir al Dios Viviente. (Heb. 9:14.)

En primer lugar, debemos analizar el concepto de sacrificio. El propósito del sacrificio, básicamente es restaurar una relación rota o interrumpida con Dios. Dios da la ley al hombre; este la quebranta y como resultado perjudica su relación con Dios. Así, esto significa que toda la obra de Jesucristo en su vida y su muerte fue restaurar las relaciones rotas entre el hombre y Dios. Que el hombre vuelva a una relación íntima con Dios como al principio. (Gén.3).

Por otra parte, la obra de Cristo tiene que ver con el pasado. Obtiene para el hombre el perdón de sus pecados pasados. Y también su obra y sacrificio tiene que ver con el presente, ya que coloca al hombre en una nueva relación de paz con Dios. Y lo capacita para servir a Dios en su futuro. Todo por la sangre de Cristo que es su vida y muerte." Lavaron sus túnicas y las emblanquecieron en la sangre del cordero."

¿Cómo podemos nosotros valernos de la eficacia de la sangre de Cristo? Los bienaventurados lavaron ellos mismos sus túnicas. LA REDENCION HUMANA ES LA OBRA QUE SOLO JESUS PUEDE EFECTUAR, PERO UNA VEZ REALIZADA, NO SE RECIBE DE MANERA PASIVA, CADA UNO DEBE APROPIARSE DE ELLA POR FE DIARIAMENTE. Los medios de purificación están allí, el hombre debe apropiárselos. Y debe comenzar CON UN GENUINO ARREPENTIMIENTO. Tristeza sincera por los pecados cometidos y un deseo profundo de apartarse del mal. Aclarando que este intenso deseo debe CONCRETARSE EN UNA CLARA DETERMINACION DE ABANDONAR TODO PECADO. Es un humilde paso de fe. Fe en la OBRA PERFECTA DE CRISTO. FE EN LA SANGRE DERRAMADA. Pero dejemos también bien establecido que la VERDADERA SEÑAL DE LA FE ES LA OBEDIENCIA.

(Vr. 15.) La felicidad celestial de los bienaventurados, se expresa en un continuo culto de adoración ejerciendo "día y noche" su sacerdocio delante del trono de Dios. Por ello los cristianos son un reino de sacerdotes.

"Y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos". (Vr. 15b.) Haciendo referencia, sin duda, a la SHEKINA, que significa la presencia visible de la gloria de Dios. Esa presencia tenía la forma de una nube que emitía luz. LA SHEKINA cubrió el monte Sinaí cuando Dios entregó a Moisés los diez mandamientos (Ex. 24:16-18). Lo mismo pasaba en el tabernáculo. También fue esa nube que guió a Israel por el desierto día a día (Ex. 4O:34-38). Cuando Salomón dedico el templo la misma nube descendió sobre el lugar santísimo y los sacerdotes no pudieron entrar hasta que la Shekiná se hubo retirado (2 Crón. 7:1-3).

Así que, decir que Dios extendía su tabernáculo, significaba para los lectores de Juan que la gloria de Dios estaba presente allí. Aquí Dios está diciendo que cubrirá con su misma presencia a los bienaventurados.

Y termina este capítulo en los (versos 16, 17,) con hermosas palabras de consuelo y aliento. Ya Isaías había pronunciado palabras similares cuando escribió: "No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas." (Is. 49:10.)

En el A.T. es muy frecuente la figura de Dios que apacienta sus ovejas y las conduce a manantiales de aguas frescas. Jesucristo se llama asimismo el buen pastor que conoce sus ovejas y las defiende de lobos rapaces. (Juan 10:14). Dios y el cordero habitaran entre sus ovejas, entre sus elegidos, y serán su templo, su sal y su protección. "…Y DIOS ENJUGARA TODA LAGRIMA DE LOS OJOS DE ELLOS." (Vr. 17b.)

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