sábado, 4 de septiembre de 2010

“LA FE”


El tema de hoy da pie para comentar lo que dice un amigo “la fe debe ser útil para enfrentar todos los problemas; aun para preparar una comida”. Me recuerda en ese sentido a lo que decía una santa: “alabo a Dios en medios de las cacerolas”.
Otro amigo dice: “no, la fe es para los grandes eventos de la existencia, da respuestas a los enigmas del hombre, la fe no tiene por qué andar metida en pequeñeces cotidianas insignificantes”.
En un sentido ambos tienen razón. Nuestra fe es para responder a los grandes enigmas del ser humano, pero también es para los pequeños problemas de la vida cotidiana. Pero el secreto es que estos planteos no tienen sentido si los despojamos de la persona en quien está depositada la fe: Jesús.
Es Jesús el que da las respuestas para la vida. El Jesús de nuestra fe es el mismo que se encontró con Nicodemo y debatieron sobre grandes temas de la vida y la muerte del ser humano y es el mismo Jesús que observó a la pobre viuda ofrendando y la justificó o el que le preguntó al humilde pordiosero Bartimeo el ciego “¿qué quieres que te haga?”.
¿Se da cuenta señor director? Por ejemplo tome el caso de su propia realidad: usted es un intelectual y siempre anda lidiando con planteos filosóficos de alto voltaje, pero, dígame ¿no es cierto que antes de salir de su casa su mujer le pide dinero para gastos extras de la casa? ¿su hijo le dice que tiene una crisis vocacional y quiere cambiar de carrera universitaria y su hijo menor le pide que le compre “esas” zapatillas que a usted le parecen absurdamente caras y no le alcanza el dinero? Y en su caso, como en el de todos, la fe le debe servir para todas las situaciones tan distintas.
Yo me despido, no sin antes desearle que como aquella santa, usted siga alabando a Dios entre las cacerolas que en su caso puede ser que signifique que luego de mucho padecer finalmente tenga que comprar “esas” zapatillas absurdamente caras y aun así siga feliz y le encuentre el sentido a la vida.
 DE LA DESGRACIA AMARGA A LA GRACIA AMIGA
Con especial agradecimiento al doctor Carlos Hernández, que con sus ideas fecundó este texto.
Introducción
¿Qué es lo que nos hace vivir a partir de la gracia, y lo que nos hace vivir en la desgracia?
Muchos grupos cristianos se destacan por procurar la gracia, por integrar la gracia en la salud humana. Pero ¿cómo llegar a vivir en gracia la propia vida? Muchas veces entramos en profundo estado de Desgracia, de Desamparo. Nos vemos exigidos por todos lados y en esto deformamos nuestro modo de ser, salimos de la posición de GRACIA.
 Vivimos, entonces, bajo presiones, teniendo que hacer una fuerza que no viene de dentro, viene de fuera. Y entonces solamente un aspecto nuestro es usado, y queda una sensación de sobrecarga de un lado y de frustración del otro, y entonces sobreviene el estrés, el agotamiento, el desequilibrio.
Fue en Brasilia que el Dr. Carlos Hernández nos habló de la necesidad de leer la Biblia y dejar que nuestra alma fuese trabajada diariamente por la palabra de Dios.  Enviándonos el devocionario ideado por él para que leamos la Biblia según sus indicaciones, con preguntas mensuales que estimulen al alma a trabajar.
Uno de los textos de febrero fue Rut y este texto me movilizó mucho, trajo mucha bendición para mi vida. Y esto es lo que quiero compartir ahora.
Quiero desarrollar este texto en dos vertientes: una, la vertiente interna, considerando los personajes como figura de ánimas y animus que tenemos dentro de nosotros.  Otra vertiente es la relación interpersonal, más específicamente entre hombre y mujer, entre terapeuta y paciente.
Ya en la edad media se nominaban las diferentes fuerzas que actúan dentro de nosotros y se intentaba analizar los disturbios como resultado del desequilibrio de estas fuerzas.  Entonces, antes de que tratemos los papeles a desempeñar allá fuera, propongo que examinemos qué fuerzas tenemos dentro y cómo ellas interactúan.
Jung trabajó con dos conceptos básicos: decía que dentro de cada persona, hombre y mujer, había dos fuerzas llamadas animus o ánima.
Animus comprende el lado de la iniciativa, coraje, el mundo de los pensamientos, convicciones y certezas.  También es llamado el lado masculino.
Ánima representa el lado más sentimental, intuitivo, del humor.  Trae la capacidad de amar, la sensibilidad hacia la naturaleza y su relación con el inconsciente.  También llamado femenino.
Otras formas de abordar el mismo tema fueron propuestas –la dualidad problema/ministerio (Marcel) y los estudios actuales sobre las diferencias entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro.
Noemí, La Agraciada
Hay en el comienzo del libro una mención al matrimonio Noemí y Elimelec.  Tomando los dos para representar las partes dentro de una sola persona, podrías imaginar así: el significado del nombre de los dos “mi agraciada” y “mi Dios es rey” representan bien a ánima y animus con buen potencial: la gracia recuerda una ánima tierna y sensible.  Elimelec, animus que reconoce en Dios al rey, es un potencial para actividad que no exagera, que reconoce a alguien mayor que él, no atropella el lado agraciado.  Parecen animus y ánimas hermosos, pero hay un “pero”.  La Biblia dice que ellos tuvieron que huir del hambre junto con sus dos hijos.
Ellos padecían hambre, eran bellas partes, pero sin alimento.
¿Cómo alimenté la experiencia de gracia y la experiencia de que Dios es Rey en mí?
¿Cómo alimenté mis lados ánima y animus? ¿He dado tiempo y expresión a mi sensibilidad y a mi actividad? ¿Qué pasó con este ánima y animus para que tuviese hijos tan débiles?
Hijos débiles como su nombre lo indica, que no irán lejos: Mahalón es enfermedad y Quelión es fragilidad.
Tal vez en la tierra de los padres esto no fue posible –puede ser que la tierra de la infancia no fue propicia para alimentar esta dupla dentro de una mujer.  El alimento infantil no fue suficiente para desarrollar la gracia y la realeza.
Y aquí entro en la vertiente externa: hay un dúo con nombres que indican un buen potencial –asociar gratitud con realeza de Dios parece ser algo promisorio- pero no es lo que sucede.  También podemos pensar que el hambre en la tierra de la infancia impidió a este dúo crecer.  Como sucede muchas veces, hay ideas, hay sueños que no se cumplen.  Historias similares escuchadas en los consultorios.
Entonces van en busca de otros lugares, otras tierras. Pero un ánima y un animus sub nutridos no consiguen producir cosas buenas, es una ilusión pensar que es suficiente cambiar de residencia, o cambiar de actividad, y todos los problemas están resueltos.  Esto recuerda personas que viven cambiando de actividad, se ilusionan pensando que cambiando la situación externa resolverán los problemas internos.
Solamente habrá resolución si esta nueva tierra ALIMENTAN verdaderamente las partes desnutridas.  Al contrario pueden debilitar todavía más.  De la misma manera sucede en la relación matrimonial: las carencias del pasado, perturban el presente, como sucede muchas veces.  No es cambiando lo externo que la fuerza interna cambiará. Elimelec muere y sus dos hijos también.  Noemí, la agraciada, quedó viuda, con dos nueras viudas.
LA DESGRACIA AMARGA – DE NOEMÍ A MARA
Tres viudas… hay una fuerza trágica en este número.  Tres mujeres sin marido, lleva a un sentimiento de desamparo total –porque no hay perspectiva de crear un nuevo sentido a la vida, representado, en la época, por un hombre de la familia que pueda casarse con las viudas.  Noemí expresa así su desesperación: “porque para mí es grande la amargura (mara), más de lo que es para vosotras; fue contra mí que se levantó la mano del Señor”, “…partí con las manos llenas y el Señor me hizo volver con las manos vacías”.
Levantó su mano es una expresión tan fuerte que también es utilizada para la muerte.  ¿Si el Señor levanta su mano quién puede sentir la bendición? Y la bendición para ella residía en sentirse fértil, dando vida.  Quedarse con las manos vacías (1:21) y quedar sin posibilidad de procrear.  Los frutos de la juventud se fueron, murieron, ella se siente morir junto con ellos.
Tomando como figura de lo interno, sólo permanece el lado sensible, sin la posibilidad de pensar y actuar para fructificar nuevamente.  Muchos, también, se sienten así,  viudos del lado que alimentaba su vida –quedan desprovistos de aquello que proveía la base para que fuesen activos- las pérdidas propias de cada fase –curso, trabajo, separaciones- aquello de donde sacaba el sustento.  Recuerda el texto de Freud, “Luto y Melancolía”, donde mi yo sustrae sus energías del mundo externo y canaliza el objeto perdido y entonces se ataca a sí mismo.  La pérdida de un ser querido pasa a ser vivida como agresión al yo.
Entonces Noemí decide retornar a su tierra.
Algunas veces nosotros también necesitamos retornar –tal vez hasta como Noemí, para la tierra de la infancia, para el lugar donde nos sentíamos con fuerza para soñar.
Pero el retorno es hecho en un clima de mucha amargura, de desesperanza.  Noemí parece querer volver para morir, está melancólica, no se anima más a soñar con tener nuevo animus, con dejarse fecundar con algún proyecto de vida.  Esto nos recuerda nuestros momentos de mayor desánimo, cuando pensamos en abandonar todo, no intentar nada más.  Y es pensando en la amargura extrema que Noemí quiere enviar de vuelta a las nueras extranjeras.  La melancolía quiere consolidar la agresión al yo.
Quiere volver sola, literalmente con manos vacías y brazos caídos.  Habla de mucha amargura con sus nueras, rogando que la abandonen.  ¿Cuántos de nosotros al vernos sin nuestra actividad de siempre nos sentimos también pasados de la condición de bendecidos para la amargura?
Es como una viudez de la vida fructífera: después de una derrota como ésta, volvemos a la tierra de la infancia de donde partimos llenos de sueños sobre felicidad.  Confrontamos los antiguos ideales que no fueron obtenidos y de bendecidos nos transformamos e amargados.
“¡No me llaméis Noemí!, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso” (1:20).
Hay una pérdida de la identidad, este ego no reconoce más este lado de desgracia.
Se desprende de la gracia, tal es el tamaño de Mara/amargura.  Regresión combinada con depresión, componente de la amargura, de la desgracia.  Y es en la depresión que se puede olvidar de todas las adquisiciones de las etapas anteriores, todas las Rut que llegaron a nuestras almas enfermas y debilitadas.
Orfa, que significa nuca, acepta la sugerencia y regresa a su pueblo.  “Vuelve la nuca”, para Noemí es un ánima que la abandona rápidamente.  Pero Rut no acepta ser despedida, ella quiere ir junto a la Casa del Pan.
Rut está fascinada por su suegra, quiere conocer la tierra del pan, que construyó esta mujer.  El ánima amiga va en busca de aquello que la alimentará, que le dará el pan.  Es necesario volver para el lugar, dentro de sí, donde hay alimento para el alma, pero con nuevos recursos, extranjeros y más potentes que los de la infancia y adolescencia.  Ojalá que también tengamos nuestra Rut, que un ánima nueva se haya filtrado en nuestra alma, se haya adherido con nosotros y venga con nosotros en este retorno a los orígenes.  La Biblia dice que ella se unió a Noemí, es un término fuerte, utilizado para expresar la unión de un casamiento.  Y las dos hacen un pacto entre sí, pacto que va a garantizar su vida.
“No me ruegues que te deje y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo y allí seré sepultada” (1:16-17ª).
Un pacto en los ritmos de vida, de descanso, de la cultura, del culto y de la muerte.  Engloba todos los aspectos de la vida.
 Con la triple viudez,  hay un signo de la falta del hombre, símbolo de completo desamparo para la época.  Con la dupla del pacto hay un sello de vida.  Las dos almas se ligan para la vida y la muerte,  y entonces hay fe para vivir.  Unidas, existe más posibilidad de conseguir llegar a la casa del pan –lugar para alimentar el cuerpo, alma y sexualidad, en fin, continuar viviendo.
Ánima nueva, cuyo nombre significa amiga o reconfortadora.  Es una amiga reconfortadora extranjera que se vuelve pariente.  Algo que estaba lejos se transforma cercano, unido.  Ya la presencia del mensaje de reconciliación de Dios para con nosotros.
Cuántas veces, después de una pérdida, nuestra alma necesita unirse con alguien o algo para que nos empuje para la vida.  La figura de las dos mujeres, parientes, que se ayudan es muy rica –hay mucha fuerza en la unión entre dos mujeres. Noemí y Rut comienzan a compartir todo, hasta el deseo de tener un redentor, un hombre. No es una alianza triunfalista que niega la presencia del hombre –antes es una alianza que ayudará a orientar el deseo, la sexualidad.
Tomado por el aspecto externo, entre terapeutas, muchos pueden relatar uniones profundas que han ayudado a salir de Mara.  Cuando establecemos un pacto con nuestro pariente, pacto de acompañarlo en sus andanzas interiores, en su regreso a la tierra de la infancia, podemos ser Rut para él. ¿Y nosotros, cuando estamos como Mara, hemos encontrado a alguien como Rut? ¿Dejamos que nos ayuden? ¿O inventamos miles de complicaciones?
Tanto por el aspecto bíblico como por el aspecto teórico/técnico es resaltada la importancia de no andar solo.  Nuestra profesión es como esta tierra extranjera, donde existen riesgos de extraviarse, de matar los animus que trabajar la tierra.  Trabajamos con la pulsión de muerte, con lo desunido, bien simbolizados en la aridez de la tierra que impide la fructificación.  Es necesario hacer un Pacto con las fuerzas de la vida para no sucumbir junto con ellos.  Pactos que se abren y buscan lo que falta.
La unión entre Noemí y Rut no era triunfalista, no creó miles de complicaciones.  Llegando a destino, fueron en busca de granos;  parten para encontrar lo que las alimenta,  no niegan la falta que un hombre les hace.  La unión ayudará a orientar el deseo, la sexualidad.  Hay otras uniones que niegan la falta de lo masculino, procuran tapar la falta entre sí.  Así como la sexualidad se pervierte en esta negación, también la emoción que niega lo que falta, se pervierte, sale del rumbo.
Es interesante que ellos lleguen a Belén al comienzo de la cosecha.  Hay alimento para recoger.  Dios fecundó la tierra de la infancia, pero es como una extraña que está a la fuerza para cosechar.  Nuevamente una bella metáfora de nuestro trabajo de terapeutas: la tierra es de Noemí, pero nuestro paciente se encuentra muy cansado para cosechar allí. Nosotros, fuerzas amigas, podemos escoger los granos que las asociaciones de los pacientes nos brindan y transformarlos en alimentos.
En el CAPÍTULO 2 LA BIBLIA habla de un pariente del marido de Noemí que tiene un campo.  Es Booz, cuyo nombre significa Fuerza en él.  Una fuerza muy bonita, muy acogedora: “Escucha hija mía, no vayas a espigar en otro campo, no te alejes de aquí.  Júntate con mis criadas” (2:8). Y da órdenes para que no la molesten y que le den agua.
Tanto en el sentido interno, como animus, como en lo externo, hay mucho que aprender aquí.  ¿Dónde nos acogen con nuestras fuerzas extranjeras?  ¿Nuestras instituciones,  nuestros cursos de formación dan campo y espacio para que experimentemos nuestra creatividad en tierras nuevas?
¿Y nuestros compañeros de la vida? ¿Consiguen acogernos con toda esta energía de Rut?  Como es alentador cuando el cónyuge reconoce nuestro esfuerzo, cuando nos acepta en nuestras tentativas.
¿Y dentro nuestro, nuestro animus nos da fuerza y nos contiene para seguir con ideas nuevas?  ¿Somos “Booz” –tenemos pensamientos y actitudes positivas, favorables con las instituciones nuevas, con las Rut extranjeras?
Tal vez al principio sea el caso de apenas dejar que nuestra Rut vaya detrás de lo que sobre. Son pequeños deseos de novedad, que por el momento no dan el sustento principal.  Nuevas ideas, nuevos modos de entender al ser humano, la espiritualidad… es bueno que lleguen de a poco, dando tiempo para que comprueben su valor.
Noemí amargada permite que la extranjera vaya detrás del hombre y de animus.  Menos mal;  sería triste si impidiese toda tentativa y quedase solamente con la fase de amargura, de pobrecita.  Va mostrando las costumbres de la tierra, los modos de comportarse en la tierra de la infancia.  Así también, necesitamos aprender con nuestro paciente sobre cómo comportarnos en la tierra de su infancia.
EL RESCATE FRUCTÍFERO
La historia va contando cómo Rut pasa de las sobras para el plato principal.  Ella comienza a alimentar a Noemí.  La unión de la fuerza extranjera con el animus fuerte hace que sea capaz de alimentar el lado depresivo.
Y entonces la historia cuenta que Noemí sale de su pasividad amarga y comienza a orientar a Rut sobre cómo seducir a este hombre.  Es el pacto que hace revivir el deseo, encamina el deseo para la posibilidad de realización.  Une la vitalidad de lo nuevo con la sabiduría de lo antiguo y entonces la cosecha va a ser abundante en buena tierra.
En sentido metafórico, cuando el pacto con nuestro paciente pone en marcha su deseo, cuando él se reanima y comienza a rescatar su vitalidad, hay muchas posibilidades de reencontrar su animus.
Y la Biblia relata una de las historias más hermosas sobre el encuentro de un hombre y una mujer.  La más anciana orienta a la más joven a no revelar su identidad hasta que él haya percibido su presencia.  Debe destapar los pies del hombre y acostarse allí y dejar que él la vea cuando sienta frío.  Un juego hermoso de pasividad y actividad –Rut se presenta sin imponerse- deja que el deseo brote también en él, a partir de la carencia.  Es necesario que él también la quiera y vea en ella alguien a quien proteger, pero también alguien a quien desear.  El tema del frío y del cobertor simbolizan muy bien el casamiento: -extender el cobertor tiene el significado de casamiento y también de convertirse a Dios- cobijarse debajo de Su cobertor.
Rut propone que él haga el pacto de rescate con ella.  Dentro del casamiento el deseo puede florecer, nutrirse, ser fecundado, porque engloba animus y ánima de forma más integral y no apenas el erotismo.  Por esto la necesidad de construir y proteger la intimidad entre los dos: que ninguno te vea, pide Booz.  Hay algo precioso a preservar y desarrollar. Y para esto es necesario que Booz redima a Rut.
La figura del redentor es muy rica.  Además del sentido económico, tiene el significado de retomar, recuperar, libertar, librar.  En Isaías 41:14 es el propio Dios que se presenta como nuestro Rescatador, nuestro Redentor: Él quiere devolver al hombre la identidad pérdida por desviarse del blanco –el pecado-.
No todos son buenos rescatadores –esto aflora en la conversación de Booz con el otro pariente que también tenía el derecho a rescatar.  Y hay aquel que tiene mucho para perder, si rescatase.  Es importante pensar esto en las dos posibilidades.
¿Nos unimos con compañeros que rescatan y fecunda lo que somos?  Para que esto pase, ¿entibiamos sus pies, la base donde se toma contacto con el suelo?  Al mismo tiempo, es donde puede ser herido fácilmente.  Colocamos CALOR o PIEDRAS en los pies del hombre/animus?
Hablando del sentido interno, ¿en qué tipo de pensamientos o actividades unimos nuestra intuición, nuestra sensibilidad? ¿Unimos con animus que nos podrán hacer perder nuestras adquisiciones?  Esto remite a la figura de animus negativo, que seduce a la mujer y luego la destruye, tan presente en historietas como la de Barba Azul.
¿Qué es un buen animus?
Un buen rescatador no compromete todo, no va a desprenderse de las habilidades adquiridas.  Dará alimento tanto al lado Rut como Noemí –a lo viejo y a lo nuevo que habita en cada uno.  Hace fructificar las herencias antiguas, la tierra de la infancia y también la tierra extranjera y amiga.  Una buena dupla conyugal es aquella que restaura el valor de las raíces de la infancia con los granos de actualidad.
EL TRÍO FÉRTIL
Booz recupera para Rut su derecho a la feminidad, la sexualidad.  Esto queda simbolizado cuando pide que ella extienda su manto y él lo llena con cebada.
Y Booz redime a Rut.  Hay una serie de verbos que lo describen.
Entonces Booz TOMÓ a Rut y ella FUE  su mujer.
Él se UNIÖ a ella; el Señor le CONCEDIÓ que CONCIBIESE.
Y ella DIO  a luz un hijo.
Acciones de Booz, acciones de RUT y en RUT y acciones de DIOS.  Diferente del trío de viudas, hay un trío fértil aquí.  Vale para nuestras relaciones –vale para nuestro interior: el pacto realizado en la presencia de Dios conduce a la fecundidad de vida.  Diferente de la religiosidad neurótica, la espiritualidad de la gracia que fertiliza la vida y las relaciones.
Y nace el hijo de Booz y Rut, que da sentido de vida para Rut y para Noemí –ánima vieja vuele a sentirse agradecida con la fertilidad de la nueva.  Y esto es el testimonio por las ánimas vecinas que cantan:
¡Bendito sea el Señor, Que no te deja faltar hoy un restaurador, cuyo nombre sea proclamado en Israel! El reanimará tu vida y será el sustento de tu vejez.
Y el hijo de Rut y Booz recibe el nombre de Obed, que significa siervo del Señor.  La conjunción de la Fuerza y de la amiga reconfortadora generó un Siervo del Señor.  Obed será abuelo de David. Este pacto bendecido entrará en el linaje de Jesús.
Rut es el prototipo de otra descendiente suya que hará historia: María –la agraciada que dejó que Dios la llevase por un camino extraño para una mujer: concebir un hijo generado por el Espíritu Santo.  Caminos nuevos que Dios quiere caminar con nosotros, con nuestros compañeros y con todos nuestros lados interiores.
Vale la pena releer el Cántico de María hecho en un “pacto” con Elisabeth (Lucas 1:47-56).
Ejemplo de vivencia de fecundación de la Gracia.
¡Que nuestra vida sea fecundada por ánima y animus que sirvan al Señor y generen frutos para Él que permanezcan por generaciones!

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En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...