por John Beckett
¿Cómo respondo a Dios?
Supóngase que está caminando por la espesura de un bosque y
se sale del camino y se pierde. Cae la noche y con ella, el frío y la
oscuridad. No tiene ni comida ni agua. Comienza a dar tumbos a ciegas,
frenéticamente y sin sentido. El miedo le consume: “a lo mejor nunca conseguiré
el camino de regreso.”
Luego sus ansiosos ojos divisan una luz a lo lejos. Se da
cuenta de que ¡Alguien lo está buscando! La luz se aproxima y grita: “¡Estoy
aquí!” Usted oye la respuesta: “¡Siga gritando!” Poco después aparece su
rescatador: un guarda forestal que conoce el bosque como la palma de su mano y
sabe el camino de vuelta. Lo guía con seguridad. Lo acompaña hasta la puerta de
su casa y le dice: “Ahora ya está a salvo”. Totalmente aliviado, usted responde
de la única manera que puede, con profunda gratitud: “No sé cómo se lo podría
pagar…” Sabiendo que no hay dinero suficiente que pueda pagarle.
De la misma manera, nuestro Padre celestial nos rescató.
Nuestra situación era incluso más desesperada de lo que hubiéramos imaginado.
No había manera de salir de ella por nuestros propios medios. Entonces, vino Él
personalmente y nos llevó a casa, redimiéndonos de un peligro mortal.
Nuestra única respuesta razonable es amarle con todo nuestro
corazón, alma, mente y fuerzas. De hecho, un mensaje central de la Biblia es
que fuimos creados para un gran propósito: recibir y devolver el amor de Dios.
¡Es una calle de dos vías!
Versículo Clave
"Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero"
Juan 4:19