lunes, 29 de septiembre de 2014

¿POR QUE NECESITO LA SANGRE?

LA HUMILDAD EN EL SERVICIO, 1 Co.10:31 “Hacedlo todo para la gloria de Dios.”

Siempre la Persona de Cristo nuestro Señor es el ejemplo a seguir, para nosotros como sus discípulos. Sin embargo muchas veces, descubrimos con dolor que nuestra motivación no es precisamente la de nuestro maestro.
Tres pensamientos que manifiestan la humildad del Dios todopoderoso al tomar forma humana:
1) La gran maravilla de la encarnación es que se desarrolla en la vida sencilla de un niño.
2) La gran maravilla de la transfiguración es que se humilla para descender al valle del endemoniado.
3) La gloria de la resurrección es que desciende para compartir con sus discípulos un desayuno en la playa.

Esto no es un anticlímax sino una gran revelación de Dios.

La tendencia es la de buscar lo maravilloso en nuestra experiencia. Confundimos el sentido de lo heroico con ser héroes.
Héroe es un protagonista o personaje importante.
Heroico es relativo a los héroes, lo que narra o cuenta hechos grandes y memorables.

Una cosa es pasar triunfalmente por una crisis, y otra muy distinta, es pasar todos los días glorificando a Dios cuando:
- no hay ningún testigo
- ninguna posición ilustre
- ninguno que nos preste la menor atención.

Si realmente eres devoto del Señor Jesús has llegado a la sublime altura donde nadie piensa en prestarte atención. Lo único que se nota es que el poder de Dios habita dentro tuyo todo el tiempo.
Necesitamos al Espíritu de Dios en nosotros para hacernos tan absoluta y humanamente suyos que pasemos del todo desapercibidos. Necesitamos del Espíritu Santo para hacer el trabajo más humilde y vil para la gloria de Dios.

La prueba de la vida de un santo no es el éxito humano sino la fidelidad en la vida tal como ella es realmente. Hacemos del éxito en la obra cristiana LA META y nos equivocamos.

Principio: La META ES MANIFESTAR LA GLORIA DE DIOS EN LA VIDA HUMANA, vivir la vida escondida con Cristo en Dios en las condiciones humanas.
Nuestras relaciones humanas son las condiciones verdaderas en las cuales la vida ideal de Dios debe ser exhibida.

Una vida cristiana victoriosa se logra paso a paso por el camino correcto. El cristiano redimido que transita por la senda de la obediencia, el compromiso, y la responsabilidad será la persona que Jesús usará para colaborar con El en la salvación del mundo.

Nadie puede edificar su propia empresa sobre el fundamento de Jesucristo. Sal. 127:1. La Iglesia de poder y victoria se compone personas transformadas, no solo de cristianos trabajadores. Recordemos la Iglesia de Efeso y la demanda de Dios Padre.
"Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor." Ap.2:4.
Así concluimos entonces que NO debemos poner el énfasis en la obras sino en EL SEÑOR DE LA OBRA.

Obediencia, compromiso y responsabilidad, no son en este siglo palabras que generen mucho entusiasmo especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, nada puede hacer el Señor de la mies, si encuentra grandes dones y gente capacitada solamente. Estas tres palabras deben ser parte del carácter cristiano que ama a Dios. Amar a Dios es servirle. No en parte sino totalmente.
Así, solo los que han muerto con Cristo (Vea Gálatas 2:20) pueden vivir para servirle. Ellos ya no desean nada terrenal, sus ojos están puestos en las riquezas eternas. ¡Y hacia ellas avanzan con los ojos puestos en el maestro!

viernes, 19 de septiembre de 2014

EL PERDÓN QUE LIBERA.

• De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. – Colosenses 3:13.

Sucedió en Omaha Beach el 6 de junio de 1944: las fuerzas aliadas desembarcaron en las playas del Norte de Francia. Los 40 soldados del pontón PA 3-37 debían recorrer 500 metros al descubierto antes de llegar a un lugar seguro. En pocos minutos, 39 de ellos cayeron ametrallados por Fritz Wunderlick.

Sólo uno sobrevivió: el americano Stargell. A partir de ese momento la vida de Fritz se convirtió en una pesadilla. 58 años más tarde, aún perseguido por ese recuerdo, vio un documental sobre el Desembarco de Normandía. Quedó paralizado cuando vio al único sobreviviente testificar sobre la tragedia del pontón. Luego decidió ir a verlo. Cuando llegó, le dijo: «Soy Fritz Wunderlick. Tenía 17 años cuando abrí fuego contra los soldados del pontón PA 3-37, el 6 de junio de 1944. Hice este viaje para pedirle que me perdone por ese horrible acto que aún me persigue por las noches». Los dos hombres se abrazaron y lloraron: uno debido a los remordimientos y el otro debido a la alegría que le daba perdonar. Stargell pudo perdonar, porque después de aquel día había creído en Dios, quien lo liberó del odio y le ayudó a reconstruir su vida.

Todo hombre es enemigo de Dios, por ello necesita perdón, reconciliación. Dios lo ofrece a aquel que se arrepiente de sus faltas y cree que Jesús murió en la cruz para hacer posible ese perdón: "Siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (Romanos 5:10). Como el creyente conoce el perdón de Dios, está listo para perdonar a quien le hace daño. A menudo se trata de un procedimiento doloroso, pero la gracia de Dios cura el corazón y la mente.

LA ALEGRIA DE UNA VIDA SENCILLA

En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...