martes, 21 de septiembre de 2010

DIOS


Dios ¿Estas o no estás?
Pablo Pérez de Celis
Deseando matar y destruir
La noche está por caer
La soledad nos deja ver
Que pronto se cierran las puertas
Y el miedo envuelve el lugar (…)
Se agudiza el llanto y la gente
Padece por un ideal (…)
Todo es miedo, muerte,
Pena, llanto y dolor.
Azotes de maldad
Que recibe el mundo hoy.
Su mal los condena.
Y aunque ellos no lo advierten;
El infierno goza
Con idiotez de esta gente (…)

Para el hombre, no hay más mal
Que el propio hombre al engendrar
Codicia, ambición e injusticias
Que culminan en agresión.
Fuerza demencial,
Que domina el mundo de hoy.
V8

Algunos dijeron: “Dios ha muerto”; que no era otra cosa que una invención humana para poder soportar la vida. Otros en cambio creen que Dios existe y que hasta se presentó como hombre en el mundo para morir por todos los que crean en él para darles vida eterna.
Si se quiere decir que estamos cuestionando la existencia de Dios no puedo dejar de aclarar que va a ser la del Dios que me mostraron desde pequeño, que es el Dios del cristianismo, porque esa es la única manera que tengo de entender el concepto de Dios.
Pero tratemos de llegar a nuestras propias conclusiones, sobre la existencia, presencia de Dios o no en el mundo.
Estos son algunos datos de la realidad de nuestro planeta:
·         En el mundo hay 1.300 millones de personas que viven con un peso diario.
·         Uno de cada tres niños está subalimentado.
·        1.220 millones de personas carecen de agua segura.
·       Según el último informe de Naciones Unidas en la Argentina hay 7 millones de personas que viven con menos de $ 100 mensuales.
·         El ingreso promedio de la Argentina es de $ 676 y la canasta familiar es de $ 1.096.
·      Millones de personas en todo el mundo no tienen qué comer, mientras otros viven en abundancia.
¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué no hace nada?
Ante este panorama ¿cómo podemos decir que Dios existe?: Si Dios es un Dios de Justicia, de Amor y que es Soberano o Señor; y en el mundo lo que menos abunda es la Justicia, el Amor, y que Dios sea el Señor de las personas. Ergo Dios no existe.
En otras palabras Dios es Amor, el mundo se guía egoístamente; Dios es comunión, el mundo se rige por el individualismo; Dios es justo, en el mundo se da la ley del más fuerte; y por último Dios es Señor (Soberano), las vidas de los hombres se rigen por dioses distintos de éste Verdadero Dios.
Estos pueden ser los argumentos de un ateo o una persona que defraudada por lo que ve en este mundo dice: “Dios no existe”.
Pero yo no puedo dejar de lado mi formación, mis creencias de cristiano. Por lo tanto estaría en una contradicción contra mí mismo sino parto de que Dios existe.
Pero, ¿cómo puedo afirmar que Dios existe, si todas sus características o notas esenciales, en nuestro mundo, se presentan de manera opuesta a las de Él?
La explicación radica en la caída del hombre.
Este pecado, según el Catecismo de la Iglesia Católica, consistió o consiste en que “…el hombre se prefirió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello despreció a Dios: hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su estado de criatura y, por lo tanto, contra su propio bien…” 1
Dios como nuestro creador sabe qué es lo mejor para nosotros, por eso nos dio consejos. Estos consejos llamados mandamientos, generalmente son vistos como una carga que Dios quiere que llevemos. Pero en realidad son las pautas para poder llegar a una convivencia pacífica y sin problemas. En otras palabras, ayuda a los hombres a ser hombres.
¿Si Dios quiere nuestro bien, por qué no hace que todos seamos buenos y que nos comportemos de tal manera que no exista el mal? ¿Por qué hay tanta gente apartada de Dios? ¿Por qué nos apartamos tantas veces de Dios?
La respuesta, o al menos una que satisface mi inquietud, la encontré en el lugar donde menos la esperaba, leyendo “El Príncipe” de N. Maquiavelo, más precisamente en el capítulo 17: “De la crueldad y de la clemencia, y si es mejor ser amado que temido o viceversa”.
Maquiavelo respondiendo a la pregunta de sí ¿es mejor ser amado que temido o viceversa? dice:
“Se responde que sería menester ser lo uno y lo otro; pero, puesto que resulta difícil combinar ambas cosas, es mucho más seguro ser temido que amado cuando se haya de renunciar a una de las dos. Porque en general se puede decir de los hombres lo siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen del peligro, están ávidos de ganancia; y mientras les haces favores son todos tuyos, te ofrecen la sangre, los bienes, la vida, los hijos cuando la necesidad está lejos (del príncipe); pero cuando se te viene encima (la necesidad, el pueblo) vuelve la cara…
…Además los hombres vacilan menos en hacer daño a quien se hace amar que a quien se hace temer, pues el amor emana de una vinculación basada en la obligación, la cual (por la maldad humana) queda rota siempre que la utilidad da motivo para ello, mientras que el temor emana del miedo al castigo, el cual jamás te abandona…
…Concluyo, por lo tanto, volviendo a lo relativo de ser amado y temido que -Como los hombres aman según su voluntad y temen según la voluntad del príncipe- un príncipe prudente debe apoyarse en aquello que es suyo y no en lo que es de los otros…”
Si Dios nos impusiera que lo obedezcamos, lo haríamos, pero dejaríamos de ser hombres, porque perderíamos la libertad, la cual es una nota esencial del ser humano.
Pero Dios nos hizo libres, para ello nosotros tenemos que tener la oportunidad de elegir de seguirlo como Señor o no. Él quiere que le amemos, nos llama para que nos acerquemos a Él, porque nos ama. Pero nos da libertad de hacerlo o no. Esto es conocido como libre albedrío.
 Pero ante la realidad descripta al comienzo pareciera que Dios con su misericordia y perdón se hubiera ausentado del mundo donde reina la injusticia y la opresión.
Primero que nada, como decía la canción del comienzo, el que genera la injusticia y el que oprime al hombre es el hombre.
Si decimos que la injusticia y la opresión es generada por el hombre y Dios está en contra de aquello, habría que tomar los consejos de Dios y volvernos a Él. La solución de todos los males es que la humanidad se vuelva a Dios. No sólo los no cristianos, sino también los “cristianos” (entre comillas), porque entre estos también hay injusticia y opresión.
Con respecto de los cristianos, cuando a Mahatma Gandhi le preguntaron sobre nosotros contestó: “Los ejemplos de vida devota de los cristianos no me proporcionaban más de los que había encontrado en la vida de hombres de otras creencias. Había ya visto en otras personas la misma pureza de costumbre que encontraba en los cristianos”.
En general, los cristianos lo somos nada más que de palabra. Y así no hay diferencia entre los cristianos y los no cristianos.
Podríamos decir que el problema de la injusticia o la opresión no se debe a la ausencia de Dios, sino a la ausencia de gente que viva bajo las enseñanzas de Dios.
La enseñanza o mandamiento más importante de Cristo es el amor.
Esto queda plasmado en su palabra, cuando los fariseos le preguntan a Jesús: “Maestro, ¿Cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le dijo: ‘AMA al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: AMA a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas”. 2
Cuando Jesús responde a la pregunta de cuál era el mandamiento más importante, vemos que nombra dos mandamientos. ¿Por qué si le pregunta “el” mandamiento…, le contesta dos? Esto es así porque entre ellos hay una relación necesaria: “Si alguien afirma: ‘yo AMO a Dios’, pero odia a su hermano es un mentiroso, pues el que no AMA a su hermano, a quien ha visto, no puede AMAR a Dios a quien no ha visto”. 3  Además en el relato del “Juicio a las Naciones”, se nota que el amar a Dios se muestra en el amor a nuestros hermanos. Por último luego de decir Jesús que es la vid verdadera, dijo: “Este es mi mandamiento: que se AMEN los unos a otros”. 4
Jesús nos dice con respecto a la relación entre amor a Dios y al prójimo (en el juicio a las naciones): “…Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por el más pequeño, lo hicieron por mí”. Cuando dice esto les dice estuve enfermo y preso y no me visitaron, tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, cada vez que no lo hicieron por el prójimo.
Hay una historia que grafica esto muy bien:
“Un día en una Iglesia invitaron a un pastor a que fuera a predicar en un pueblito, éste fue gustosamente, y después de la predicación se acercaron varias personas a saludarlo. Al preguntarle por su hermano que siempre lo acompañaba, él contestó que no había podido ir, pero que estaba bien.
Una de las personas que estaba allí, que lo conocía, le preguntó por qué no había podido ir. Después de insistir un rato, el invitado le contestó que hacía mucho frío y que su hermano no tenía abrigo.
La persona que le estaba preguntando se fue hasta su casa que quedaba cerca y comenzó a buscar un saco para el hermano del pastor. Abrió su ropero y empezó por la derecha. Vio un saco negro que estaba sin usar y dijo no, éste no, luego vio otro azul, dijo éste tampoco, luego otro gris oscuro, después uno marrón a cuadritos que estaba doblado, era viejo, ya no lo usaba, muy probablemente había sido del abuelo, y dijo éste es para el hermano del pastor. Al sacarlo se dio cuenta que no tenía botones, pero se lo llevó igual.
El pastor muy agradecido lo aceptó diciendo: “No importa, yo sé hacer botones de madera”.
Unos días después la persona que regaló el saco soñó que se iba al cielo, al ver a Jesús a lo lejos, comenzó a correr hacia Él. A medida que se acercaba iba viendo que Jesús tenía un abrigo de color marrón a cuadritos. Cuando estuvo ya bastante cerca se dio cuenta que tenía un abrigo con botones de madera. Era el mismo abrigo que le había dado al hermano del pastor que había ido a predicar.
Entonces esta persona cayó de rodillas y llorando le dijo al Señor: “Si hubiera sabido que era para vos Señor”.
Los cristianos comúnmente nos olvidamos de aquella enseñanza de Jesús y caemos en el mismo error.
AMAR al prójimo como a sí mismo es querer su bien tanto como el mío.
Generalmente los cristianos creemos que no haciendo ciertas cosas hacemos el bien. Escapamos diciendo: Yo no robo, no mato, etc. Pero pecamos porque no damos, no servimos, no vivimos para los demás como lo hizo Jesús que es el ejemplo que tenemos que seguir.
Amar es vivir para los otros, es una vida de servicio, de entrega hacia los otros.
Y si pareciera que Dios no existe o que no está presente en el mundo es por culpa nuestra, de los cristianos que estamos tan lejos de obrar como Dios quiere, tan lejos de seguir el ejemplo de Cristo, que no dejamos que Él se manifieste o se muestre a través nuestro.
A los cristianos nos hace falta volvernos a Cristo para poder predicarlo con nuestras vidas y así que más gente se vuelva a Dios y juntos logremos un mundo mejor.
Para cambiar, es necesario comenzar por casa, por un cambio en nosotros los cristianos. Y me parece un buen puntapié inicial, el llevar a la acción lo que dice una poesía de la madre Teresa de Calcuta:
Sean amables y generosos que nadie acuda a ustedes sin irse mejor y más contento.
Sean la expresión viva de la amabilidad de Dios: Amabilidad en vuestros rostros, amabilidad en vuestros ojos, amabilidad en vuestra afectuosa manera de saludar.
Entre los pobres, nosotros somos la amabilidad de Dios hacia los pobres.
Regalen siempre una sonrisa gozosa, a los pobres, a los niños, A todos los que sufren y se encuentran solos.
No les den sólo vuestros cuidados. Si no también vuestro corazón.
Madre Teresa de Calcuta
Por todo lo expuesto creo conveniente decir que más que la muerte de Dios hay que hablar del asesinato de Dios. Más que la inexistencia de Dios es la indiferencia hacia Dios por parte del hombre.
El hombre ha hecho una elección de sí mismo, dejado de lado o despreciando a Dios, dando como resultado un mundo de injusticia y opresión, donde algunos viven como reyes y la mayoría sufre carencias o necesidades que no logra satisfacer.
La única forma de revertir esto es que nos volvamos a Dios.

LEER Y ESTUDIAR LA BIBLIA


Por ALEC CLIFFORD 
¡Enalbardad el gazofilacio y los maravedies! Recientemente, estuve durante algunos meses sin poder leer absolutamente nada. Era algo así como estar encerrado en una cárcel: muy cómoda, con el cariño constante de mis hijos y mis hermanos, es cierto, pero cárcel al fin.
No podía “leer la Biblia”, y entonces procuré hacer lo que han hecho durante siglos los prisioneros cristianos en cárceles, campos de concentración y lechos de enfermo; recordar todos los pasajes que había aprendido de “memoria”.
Por primera vez en la vida me di cuenta real del valor de aprender de la “Palabra de Dios”. Recordé muchos pasajes, pero hubiese recordado muchos más si hubiese tenido el hábito de “memorizar” (perdonen el neologismo) largas porciones de “la Biblia”.
Yo me crié leyendo y escuchando la lectura de las viejas versiones bíblicas de l909 y anteriores. Los textos que me vinieron a la memoria eran casi todos de esas viejas y preciosas Biblias. Pero si bien algunos eran realmente preciosos, portadores de consuelo y ánimo, otros eran expresiones arcaicas que nada me decían. Por ejemplo, me venían a la mente continuamente las palabras “Enalbardadme un asno…” (2 Samuel 19:26) “Echaban sus ofrendas en el gazofilacio…” (Lucas 21:1)
“Hasta que hayas pagado el último maravedi” (Lucas 12:59).
Supongo que en estos tres casos se trataba de palabras que me impresionaron en mi infancia por su sonoridad, pero que por cierto de muy poca ayuda me fueron en mi lecho de enfermo, y poco han de significar para mis contemporáneos latinoamericanos.
¡Cuánto de enalbardamiento y de gazofilacios queda todavía en nuestra Biblia! Y ¡Cómo se mejora todo esto en las versiones denominadas populares! He podido hojear en estos días la nueva Biblia completa en Versión Popular y he quedado admirado ante la facilidad con que se lee y se comprende.
Los evangélicos de este continente llevamos más de un siglo protestando por el uso del latín en la liturgia de Roma, práctica
que en gran parte se ha abandonado luego del Concilio Vaticano. Pero al mismo tiempo nos aferramos en nuestras lecturas bíblicas a algo que no está por cierto muy alejado de ser un idioma desconocido e incomprensible para el hombre común del siglo XX.
VERSION 1909 UNA SANCTA
La Biblia verdadera y única, para muchos, es la Revisión 1909 de la versión Reina-Valera. Las posteriores son sospechosas de modernismo y otros males.
Los principales revisores de la 1909, que fue apenas una de las veinte revisiones, fueron Cipriano Tornos y Juan Bautista Cabrera, fogosos predicadores y admirables estilistas. Ambos eran ex-sacerdotes, y sabían de hebreo y griego lo que sabía un español culto del siglo XIX, que por cierto no era demasiado.
Dentro de sus limitaciones, hicieron un buen trabajo. ¡Gracias a Dios por él!.
La revisión 1960, la más difundida, la hicieron en cambio personas que a la consagración unían otra condición indispensable: la de ser eminentes especialistas. A lo que se agrega el hecho muy importante de que para su trabajo contaron con muchos documentos antiguos que ni Casiodoro, ni Tornos, ni Cabrera conocían.

Lo mismo en cuanto a las vapuleadas versiones populares. Los “vapuleadores” se olvidan que el Nuevo Testamento, en su original fue escrito en un lenguaje popular muy parecido al de “Dios llega al hombre”. Y en sus vapuleos gritan, con sus hechos si no con sus palabras: “¡Viva la oscuridad! ¡Viva lo incomprensible! ¡Muera la claridad! ¡Si lo bueno es oscuro, es dos veces bueno!”
Mientras escribía los párrafos anteriores, llegó una de mis nietas pequeñas de un campamento de niños. Estaba entusiasmada por los hermosos días pasados en las sierras, y por todo lo que había aprendido. Era su primera salida del hogar paterno, y tenía para ella las características de una tremenda aventura. Se puso a recitar una cantidad de textos bíblicos que le habían enseñado.
Por supuesto, ello me emocionó mucho. Entre otros versículos me repitió (2 Timoteo 3:16.) Le pregunté entonces qué quería decir la palabra, redagüir. No tenía la menor idea. Es un término poco usual, pero muy sonoro. Queda muy bien, pero la generalidad de las personas no lo entiende.
Si en lugar de enseñarle el texto de la querida versión Reina Valera se hubiese utilizado la despreciada Versión Popular, la chiquitilla hubiese sabido que “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender para corregir y educar en una vida recta”.
MORTADELA EQUINA
De niño, con frecuencia acompañaba a mi padre los sábados a la fiambreróa vecina, para comprar el jamón cocido para el domingo. (La “obra” no le dejaba tiempo a mamá para cocinar en el Día del Señor).
El fiambrero amigo, un buen italiano, era célebre por la calidad de sus mortadelas, que en una buena proporción eran hechas de carne de burro.
Un día la Municipalidad de Tucumán, mi ciudad, exigió que las mortadelas tan sabrosas llevaran un rótulo que las identificara como “carne equina”.
Papá creía que las ventas diminuirían. Al contrario. Cuando le preguntó a su amigo el fiambrero, éste le contestó sonriente. “Vea don Caime la quente vienneno come nunca ante. E lo campesino todo pideno la nueva mortadela de la marca Equina. Non sabeno que equino quiere decire “burro”.
Mortadela equina. Equinos enalbardables. Maravedies en el gazofilacio. Son la misma cosa. El culto a lo desconocido. El aplauso a lo oscuro. ¡Nada de versiones populares! ¡Ni en Biblias, ni en mortadelas ¡si lo bueno es complicado y oscuro, es dos veces bueno!.
Claro que el asunto de aprender de memoria la Biblia hoy se presenta como hace medio siglo, cuando la mayoría, teníamos una sola versión, la de 1909. Es necesario que nuestros niños y nuestros adultos memoricen textos. Pero ¿en qué versión? Personalmente no sé cómo resolvería el problema. ¿Será porque me crié entre enalbardamientos y gazofilacios? Es posible. No lo sé. Lo fundamental es que conozcamos la Palabra. Y que luego la apliquemos a las situaciones de la vida diaria.


MURIO JORGE W. ABALOS

Ha muerto Jorge W. Abalos. Zoólogo, investigadora, foklorista, poeta y periodista, fue sobre todas las cosas autor de Shunko un tierno relato acerca de su labor de juventud como maestro de una escuela rural perdida en la selva de Santiago del Estero. Shunko ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos al japonés y al ruso.
Con el cariño que siempre demostró a los niños, poco antes de morir Abalos concedió una entrevista a un grupo de escolares. Muchas de las preguntas eran ingenuas. Abalos las contestó a todas. Nos pareció de especial interés la respuesta a la siguiente:
“¿Qué consejos daría a todo aquel que quiere dedicarse a escribir?”
Abalos respondió: “En primer lugar, que escriba. En segundo lugar, si ya no va más a la escuela secundaria o a la superior, que no le preocupe demasiado la gramática formal… No vacile en escribir. Pero no procure escribir sobre lo que no conoce, sino lo que está a la vista y sí conoce. Un escritor francés escribió algo sobre el tiempo perdido, y no lo hizo más que escribir sobre su casa y sobre lo que lo rodeaba. Hizo una obra, que a través de los años sigue siendo famosa. Se escribe con más calor sobre lo que se conoce y sobre lo que se siente. Escribir sinceramente sobre lo que se conoce. Ese es mí consejo”.
Creo que los consejos de Abalos encierran gran sabiduría, para todos los que intentamos comunicarnos por medio de la pluma, y muy especialmente para los jóvenes que desean empezar a escribir para nuestro Señor. El ministerio de la pluma está muy descuidado. Las revistas están languideciendo por falta de artículos, y buscando desesperadamente la colaboración en este sentido del pueblo evangélico. No pretenden recibir obras maestras. Pero si quisieran poder publicar artículos breves, originales, claros, escritos con sencillez, sobre alguno de los mil temas que ofrecen nuestra Biblia y nuestra experiencia diaria.
Y no irse por las ramas. Antes de Abalos, alguien, creo que Tolstoi, dijo algo así: “Si escribes acerca de tu casa, te escuchará el universo entero,” ¡Pero en tu casa no debe haber enalbardamientos, gazofilacios, maravedies ni mortadela equina!


ESCRIBIR ES COMO TENER UN REBAÑO DE OVEJAS


Es curioso, pero el oficio de escribir suele despertar un notable interés entre las personas: te preguntan si utilizas computadora, cómo te organizas, cuánto trabajas. Quizás es que no les entra en la cabeza (a veces a mí tampoco) que alguien pueda ganarse la vida desempeñando una actividad tan absurda y vulgar. Porque, si bien es cierto que pintar un perro en perspectiva no está al alcance de todos, llenar de frases una hoja de papel lo hace cualquiera (digo yo que será por eso por lo que los cuadros cuestan millonadas, mientras que los libros muy rara vez hacen verdaderamente rico al escritor).
Hay algunos autores pedantes que van por el mundo con la nariz tan levantada como el periscopio de un submarino y sintiéndose distintos a los demás mortales. Si estos especímenes hablan de su arte como algo elitista y sobrehumano, no les hagan caso. Créanme, escribir es, en muchos sentidos, como picar piedras. O sea que se trata de un oficio sencillo, un trabajo repetitivo y laborioso que implica cansancio físico. Por ejemplo, después de escribir muchas horas seguidas te sueles levantar del asiento con los riñones rotos, como si hubieras estado apaleando la tierra.
Y con los ojos enrojecidos por la pantalla; y con la cabeza llena de zumbidos. Incluso pueden dolerte los dedos de teclear, y las muñecas de mal las manos ante el teclado.
Hay algo artesanal en la escritura: un modesto machacar de las palabras hasta dejarlas suaves, hasta hacerlas precisas, de la misma manera que el carpintero lija una y otra vez la silla que acaba de fabricar hasta convertirla en madera útil y bella.
Un CAPITAL ESCASO
El material que forma la base de todo escrito en una amalgama de emociones y pensamientos. Las emociones han de ser auténticas; los pensamientos, originales. Conseguir todo esto es bien difícil; no siempre es uno capaz de sentir lo que dice. Y, en cuanto a las ideas, la verdad es que la creatividad del ser humano tiene sus límites.
Por supuesto que hay diferencias entre los individuos: algunos poseen una fertilidad selvática dentro de la cabeza y son capaces de alumbrar un puñado de ideas cada día; otros sólo consiguen pillar un pensamiento al mes, a modo de pequeño cometa solitario que atraviesa la negrura encefálica echando chispas. Pero, de todos modos, las buenas ideas siempre son finitas. Es un capital que resulta escaso.
De manera que escribir también es, en cierto sentido, como poseer un rebaño de ovejas. Y esos animales son tus pensamientos. Cada vez que tienes una idea, enseguida la metes en el corral junto con las demás. Apacienta tus ocurrencias, las cuidas, les das vitaminas para que engorden, las sacas a pasear de cuando en cuando. Todos los autores tenemos nuestro rebañito de ideas en la cabeza (viejas ideas lanudas, o pequeños pensamientos-cordero recién nacidos), y cuando tenemos que redactar un texto escogemos un animal y lo esquilamos.
Lo malo es que en ocasiones utilizamos tantas veces la misma lana, que los vellones terminan apelmazados y mugrientos, carentes de cualquier capacidad expresiva. Y también sucede que podemos escribir artículos enteros sin poner ni un latido de nuestro corazón en lo que decimos. Lo cual es un desastre.
Sentimiento y razón, esa es la base de la sabiduría, el núcleo del arte y de la existencia; y el autor ha de lograr emociones auténticas, pensamientos íntegros. Digamos, por tanto, que escribir es como ser minero. Te colocas el mono de faena y la temblorosa luz en la cabeza; y desciendes por el pozo de la mina, cada vez más abajo y más adentro.
Hasta encontrar las vetas aún no explotadas, los ricos estratos geológicos de la vida profunda, allí donde todos los sentimientos pueden todavía ser sentidos, y donde todos los pensamientos brillan, como recién pensados, entre las sombras.
Sí, escribir es como ser minero e intentar extraer, de lo más hondo, diminutos fragmentos de belleza.

viernes, 17 de septiembre de 2010

LAS CRISIS APARECEN AÚN EN LAS MEJORES FAMILIAS

Ricardo Zandrino
Toda buena familia tiene sus crisis, y no debemos suponer anticipadamente que una crisis es necesariamente una experiencia negativa, sino más bien una parte esencial de la dinámica propia de una familia que crece, que tiene vida. Alguien dijo alguna vez, con muy buen criterio, que la familia en una historia de sucesivas crisis
En la Biblia encontramos constantes relatos de personas que atraviesan crisis, y no podría ser de otra manera pues la Biblia es un libro que cuenta experiencias sin soslayar los aspectos humanos, no sucede como en aquellos libros épicos en los que se describe a sus héroes como casi perfectos y siempre triunfantes y exitosos.
En la Biblia las personas son realmente seres humanos, por una parte débiles e imperfectos, pero a la vez también espirituales; tal como lo somos nosotros.
En los Evangelios encontramos la parábola del hijo pródigo relatada por Jesús a sus discípulos y quiero tomarla como una ilustración de lo que es una familia en conflicto, una familia que a pesar del tiempo que pasó desde que fue relatada esa parábola, podría ser la suya o la mía.
En el Evangelio de (Lucas 15: 11-32), vemos que esta familia está atravesando una serie de crisis:
Crisis en la adolescencia del hijo menor que desea su independencia económica.
Crisis en cuanto a la tutela paterna, de quien no acepta más su protección y guía.
El padre también seguramente entró en crisis al tener que resolver el pedido de independencia de su hijo sabiendo de su inmadurez y falta de experiencia, y por otra parte, que si se la concedía, su hijo seguramente debería enfrentarse a una serie de experiencias peligrosas y a un sufrimiento que en su hogar nunca había conocido.
El padre tenía que resolver si accedía a darle una herencia que sabía que aún no le correspondía.
Luego viene la crisis del hijo viviendo en la desilusión, la pobreza y el abandono. Se debate en su trabajo de cuidar cerdos (la tarea más humillante que se pueda imaginar para un judío) si debería volver a la casa de su padre aunque más no fuera como un peón.
Vive la crisis del arrepentimiento y del temor y la vergüenza de tener que volver humillado y enfrentar a su padre.
Nosotros no sabemos si el padre habrá tenido una crisis de indecisión sobre si debía aceptar a su hijo pródigo cuando este llegó de regreso (por el espíritu del relato suponemos que no), pero podemos suponer que durante el tiempo en el que no estuvo su hijo debe haber pensado en ello muchas veces.
Luego viene una crisis del hermano mayor que tiene celos de su hermano y que a la vez se siente injustamente tratado e incomprendido por su padre.
La parábola termina con la crisis del padre queriendo hacer entrar en razón a su hijo mayor, explicándole que a él también lo ama y que todo lo que tiene también le pertenecen a él.
¿QUÉ ES LA CRISIS?
La crisis es una situación de cambio y no debemos entenderla, entonces, como signo de patología o de enfermedad. Con frecuencia en una familia saludable hay crisis precisamente como una manifestación de salud, de crecimiento, de vida.
La crisis representa un peligro, sí, pero también es una ocasión para la oportunidad de cambio. Las personas en crisis pueden salir de la prueba siendo más maduras o aumentando su nivel de posibilidades o su sabiduría de la vida. O, si no tienen la capacidad de enfrentar y resolver la crisis, pueden quedarse paralizadas, atemorizadas o traumatizadas.
Supongamos un ejemplo; ¿Qué hubiera sucedido si el hijo pródigo no hubiera tenido el suficiente coraje de volver a la casa de su padre cuando hubo tomado conciencia de su situación? …Seguramente la historia hubiera sido distinta.
La crisis… ¿nos llega de sorpresa?
Rene Kaes, psicoanalista sistémico francés, fue del creador del “análisis transicional”. Esta corriente del psicoanálisis hace su énfasis en la terapia de transición que media entre lo que él llama “la ruptura” (producida en la estructura psíquica por la crisis) y “la sutura” (el período de recuperación de su yo que le permita resolver la crisis a través de organizar nuevamente la estructura psíquica, la identidad y la autoestima).
Rene Kaes, dice con respecto a qué es la crisis: “…generalmente se la define como un cambio brusco y decisivo en el curso de un proceso.”, y luego agrega: “Pensar al hombre en crisis es pensarlo como capaz de tener crisis, como un ser vivo en organización, desorganización y reorganización permanentes. Pensar la crisis, es intentar  mentalizar una ruptura.” 1
Al experimentar la crisis, se tiene la sensación de que nos llega de sorpresa, de un modo que nunca hubiéramos imaginado, o por lo menos no esperábamos que eso nos sucediera precisamente a nosotros. Repito, al menos esa es nuestra vivencia. A la crisis la vivimos como una experiencia que “nos llega” como una desgracia a nuestras vidas y de pronto nos sentimos presa de una circunstancia que desborda y rebalsa nuestra capacidad de control y nos pone en serio peligro.
Sin embargo, si luego logramos hacer una sincera introspección reconoceríamos aquellos datos que nos indicarían que la crisis tuvo un origen que podríamos reconocer, que esa circunstancia que determinó la crisis podría haber sido previsible, o que podríamos haber tomado precauciones para que cuando llegara ese momento estuviéramos preparados para dar respuestas a la situación de cambio.
Dice Rene Kaes: “La crisis: en la serenidad de la retrospección fingimos creer que, surgiendo como un todo, nos ha sorprendido. Es una de las características de la crisis aparecer así, imprevistamente y en la masividad de lo único. Pero, producida la irrupción, la crisis comienza a perfilarse en una historia pasada y los recuerdos reaparecen revelando sus causas, sus orígenes, e incluso, sus soluciones. Sólo entonces recordamos las grandes fracturas que han marcado la soñada y lisa superficie del mundo, de las cosas y de la historia, y que sufrimos en nuestro fuero interno variadas y múltiples cicatrices: trazas de sucesivos sacudimiento que, a través de ecos anestesiantes, hemos experimentado en nuestro cuerpo, en nuestros afectos, en nuestros vínculos y en nuestros saberes.” 2
En La Crisis Debemos Elegir
La palabra “crisis” proviene del griego “krinos” que significa: “Yo elijo”. Crisis significa “cambio”. Es como cuando uno va cómodamente por un camino y de pronto el camino se divide en dos o más opciones. Tenemos que elegir por donde continuar. En otros términos hablamos de crisis cuando de pronto los valores que nos sustentaban hasta ese momento dejan de sernos útiles y debemos entonces buscar otros que nos puedan servir a partir de una situación nueva.
Estos no son conceptos de la psicología o psiquiatría moderna, ya en la milenaria cultura china se conoce que “peligro” y “oportunidad” se escriben de la misma manera. Para ellos también la situación de crisis o cambio era sinónimo de peligro, pero también de nuevas posibilidades.
LA CRISIS ANTE DOS DEMANDAS DE TODA FAMILIA
La resolución de una crisis fluctúa entre la tensión de dos necesidades de toda familia:
-Por un lado la de proveer continuidad y seguridad a sus miembros, manteniendo una identidad y un proyecto de familia, metas comunes, valores y hábitos.
-Por otra parte, la familia también necesita de la capacidad de cambiar para adaptarse a nuevas situaciones y ante circunstancias especiales saber cambiar las prioridades y poder comprender la realidad desde otra perspectiva implementando los cambios que sean necesarios para que el proyecto de familia continúe funcionando
A veces estos dos intereses se contraponen, y dependerá de la salud familiar para saber cuál de los dos priorizar ante cada situación para resolver favorablemente la crisis.
ANALISIS DE ALGUNAS DE LAS CRISIS NATURALES DE UN FAMILIA EN SU PROCESO DE DESARROLLO.

Si bien las crisis en la historia familiar e individual son inevitables, me gusta pensar en lo que podríamos definir como dos clases de crisis: las naturales o previsibles, que serían las que se van dando en el transcurso del desarrollo del proceso de la vida, y sobre algunas de  las cuales nos referiremos más adelante, por ejemplo la adolescencia o la vejez.
El otro grupo son aquellas imprevistas o accidentales como por ejemplo la muerte de un hijo o de una madre joven. Estas últimas son profundamente traumáticas y su resolución necesita de mayor esfuerzo de parte de sus protagonistas y en muchas ocasiones de asesoramiento profesional y/o pastoral.
Tomaremos la crisis de la adolescencia como modelo pues generalmente resulta ser la más representativa y dramática de las crisis familiares. Luego mencionaremos otras que también tienen que ver con las “crisis naturales”
Del proceso de maduración de una familia como por ejemplo, el casamiento, o la soltería, la llegada de los hijos, el síndrome del nido vacío, la vejez y la muerte.
La Adolescencia.
Esta es quizás la crisis de crecimiento más severa de una familia pues al entrar en crisis el adolescente suele suceder que también lo hagan los propios padres. Por ejemplo no es un dato menor mencionar que el matrimonio debe  “debutar como padres de adolescentes”, que no es lo mismo que ser padres de niños, situación en la cual los padres están acostumbrados a dar órdenes que los niños aceptan, pero esto no necesariamente ocurre en la adolescencia, en esta etapa el joven entra en una etapa diferente de sus vidas,… y los padres también.
Otro ejemplo de esta crisis que afecta al grupo familiar, es que la adolescencia del hijo puede “despertar” aspectos no resueltos de las propias adolescencias de los padres, de tal modo que los mismos padres comiencen a actuar de un modo inmaduro, caprichoso y rebelde que ni ellos mismos pueden comprender, haciendo las relaciones familiares, ya de por sí complicadas, más difíciles aún.
Alguien comentó que la adolescencia es para los padres como el último vagón del tren de la vida y deben estar listos para subirse si es que quieren continuar saludables y con la plasticidad para cambiar ante las circunstancias nuevas que nos presenta la vida. Es decir que es una buena oportunidad para renovarse y replantearse muchos aspectos que ya ha comenzado a adormecerse y anquilosarse. En este caso vemos una vez más que la crisis es también una oportunidad: los hijos adolescentes ayudan a actualizar las  capacidades y lograr una renovada disposición hacia la vida.
En esta crisis, el adolescente vive un proceso de transformación en el que transita de la dependencia a la independencia; pasa de una concepción de la vida a partir del modelo que recibe de sus padres, de su protección, de dejar que sean ellos quienes resuelven sus problemas,  a buscar un proyecto individual. Para esto debe romper el molde anterior y encontrar un proyecto propio, que sienta que le pertenece.
Todo este proceso es muy doloroso para los hijos y también para los padres,  pero es una etapa necesaria, vital para que el normal proceso de crecimiento individual y familiar continúe. Remarquemos que es doloroso pero también es profundamente creativo, ya que como decía el gran pintor español Pablo Picasso: “para poder crear es necesario destruir”.
Es en esta etapa que surge la rebeldía del adolescente hacia sus padres pues necesita rechazarlos para no sentirse dependiente de ellos. Los padres por su parte se sienten heridos por ese rechazo y muchas veces reaccionan con rigidez y aumentando sus mecanismos de control sobre los hijos adolescentes intentando “que todo vuelva a la normalidad” como cuando sus hijos eran niños y obedecían en el momento en que ellos daban las órdenes.
Los padres deben dejar que sus hijos destruyan la imagen de padres omnipotentes que traen de su infancia, esa “ilusión” de que los padres pueden resolver absolutamente todos los problemas que la vida les pueda presentar. Es deseable que los padres le permitan esa rebeldía al hijo y que además lo acompañen como amigos comprensivos, pero sin por ello  perder su condición de padres.
El intercambio de comentarios humorístico como así también la capacidad de reírse de sus propias debilidades y temores y la relación más informal entre ambas partes son importantes en esta etapa.
OTRAS CRISIS DEL DESARROLLO FAMILIAR
CASAMIENTO
Es el proceso de transición del enamoramiento a la convivencia. El enamorado “no ve” los defectos en la personalidad del otro. Luego del casamiento el matrimonio  debe convivir y entonces se comienza a enfrentar cada día al cónyuge tal como es. El amor pasa a ser entonces predominantemente aceptación y descentralización de la persona, este es un proceso que consiste en desplazar el centro de atención de sí mismo y ubicarlo en la otra persona. El reto del amor maduro  es poder llegar a decir “te amo tanto que te acepto tal como eres, te amo con tus virtudes y tus defectos”.
Llegada De Los Hijos
En la mujer implica una experiencia muy  especial que es el embarazo y el parto. El embarazo plantea una crisis con los cambios que se producen a nivel biológico, en su cuerpo, y a también en la esfera psicológica por el proceso de aceptación durante los nueve meses de gestación del ser que se está formando en sus órganos. La expectativa del parto genera temores y angustias. Esta crisis es una buena oportunidad para crecer en su identidad femenina al tener que enfrentar estos aspectos tan importantes en la experiencia humana.
En el hombre la experiencia de la paternidad significa una crisis al tener que asumir nuevas responsabilidades, no solo como padre y representante de la ley en la familia, sino como proveedor y jefe de la familia.
En cuanto al matrimonio frecuentemente la crisis del nacimiento del hijo, está relacionada con la aparición de “una cuña” que separa el vínculo cerrado que hasta entonces tenía la pareja. A su vez, la resolución favorable de esta  crisis le permite al matrimonio la posibilidad de crecer en responsabilidad y entrega.
Síndrome Del Nido Vacío
Llega en el momento en que los hijos se van de la casa, puede ser por motivos de estudio, de trabajo o por casamiento o simplemente porque llegó el momento de su independencia. Los padres de pronto se encuentran con una realidad que no esperaban y que no saben cómo manejar, y muchas veces caen en depresión y en serios conflictos matrimoniales.
Al correr de los años puede ocurrir que ocurran muchos problemas de incomunicación en el matrimonio, y éstos frecuentemente son “tapados” con la excusa de “la preocupación por los hijos”. Cuando éstos se van, el matrimonio se encuentra sin argumentos que les permitan  continuar evadiendo el diálogo. Se plantea una severa crisis en el matrimonio que aún en casos de muchos años de convivencia puede terminar en el divorcio producido por el sentimiento de que el cónyuge resulta ser”… un extraño al que no reconozco y con el que no me puedo comunicar”.
Es importante que durante el período de crecimiento de los hijos se mantenga el diálogo y un encuentro renovado y dinámico del matrimonio que les permita madurar y desarrollarse como pareja simultáneamente con el crecimiento de los hijos. Si es así, o si logran resolver esta crisis y alcanzar una recuperación del diálogo matrimonial, esta etapa puede llegar a ser muy gratificante para el matrimonio que siente que ha llegado a recuperar el estado inicial de su casamiento y pueden disponer del tiempo para dedicarse el uno al otro, ahora con el agregado de su mayor experiencia, tiempo libre y capacidad de comprensión y entrega.
La Etapa De La Vejez
La vejez es el proceso inverso al de la adolescencia, en aquella etapa se transita de la dependencia a la independencia, en ésta de la independencia a la dependencia.
En cuanto al matrimonio este es un proceso en el que uno ve envejecer al cónyuge y a sí mismo, comienza a percibir las limitaciones intelectuales y físicas que le impone la edad. Por otra parte el hecho de que vivimos en sociedades en las cuales se pone el acento en la producción y el rendimiento económico, los ancianos comienzan a padecer de una sutil discriminación, una falta de reconocimiento y un aislamiento social, y a veces familiar, muy difícil de asimilar por ellos y que afecta severamente su autoestima.
Los ancianos que tienen la capacidad y la plasticidad intelectual y emocional de saber desplazarse del centro del protagonismo y saben ocupar un más humilde lugar más periférico, lograrán una ancianidad más fácil y feliz pues ellos mismos van buscando el lugar en el esquema familiar y social, en el que no se sienten menospreciados.
Si en el matrimonio ambos están ya jubilados, pueden disfrutar del abundante tiempo del que disponen sin el stress de la demanda permanente de los años de la juventud. Esta es una etapa que si se la vive con sabiduría puede ser tan bella como lo fueron las otras etapas anteriores de sus vidas.
Muerte
Esta es una crisis individual, pero tiene aspectos familiares y sociales. Es la última crisis del individuo en la que debe enfrentar el paso de la vida a la eternidad. También se  produce una crisis cuando muere uno de los miembros de una familia, esto produce en la familia un impacto diferente en cada uno de los miembros.
En cuanto al matrimonio hay personas que temen más la muerte de su cónyuge que la suya propia, lo mismo sucede con los niños que temen perder a sus padres y quedar desamparados y desprovistos de amor y seguridad que los padres les ofrecen.
En cuanto al aspecto individual, la crisis de enfrentar la muerte genera tres temores básicos:
-A la enfermedad final: al sufrimiento, a la agonía. Hoy se agrega un temor más a estos; al encierro y al aislamiento de la terapia intensiva.
-A las pérdidas de todo lo vinculado a la vida. La muerte es el momento de mayor despojo de la vida ya que si bien durante la vejez vamos perdiendo capacidades intelectuales, físicas, económicas y afectivas, ante la muerte es cuando se deben abrir las manos y entregarlo todo.
-A lo desconocido: la muerte es el fin de la realidad que conocemos y a la que nos aferramos, para ingresar a una dimensión misteriosa y desconocida. En particular este temor es más crítico en personas que no han desarrollado la fe en el transcurso de sus vidas o en aquellos que han vivido negando la realidad de la muerte como si sus vidas hubieran sido planeadas para permanecer por siempre en esta existencia terrenal.
Debo decir que aún en el caso de los cristianos, en los que la muerte es una instancia para la que se han preparado durante toda la existencia tomada de la mano de Dios, resulta un paso difícil de dar. Y así como cuando iniciamos un viaje estamos angustiados y preocupados pensando si todo resultará bien, ante la muerte tenemos ciertas dudas y temores al tener que dar este paso trascendental. Sin embargo en medio de la crisis está la confianza y la esperanza de la resurrección.
CONCLUSIONES
Las familias que han depositado sus esperanzas en Cristo, al igual que el resto de las familias, tienen crisis y deben enfrentarlas y resolverlas.
Pero surge esta pregunta: ¿Cómo debemos actuar como familias cristianas ante las crisis que nos presenta la vida? ¿Tenemos algunos recursos especiales para enfrentar las crisis? Personalmente tengo la convicción de que si, que contamos con esos recursos.
Propongo los siguientes aspectos de nuestra fe a los que podemos echar mano:
*  La Biblia es un relato de historias familiares, allí tenemos respuestas a las preguntas que nos plantean las crisis. Debemos creer que la Palabra de Dios es inspirada por el Espíritu Santo y que ese mismo Espíritu nos habla a nosotros en forma personal para enfrentar la difícil circunstancia que nos toque atravesar.
La misma Biblia dice de sí misma, que ella es el instrumento útil para enfrentar los problemas de la vida: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:16-17.)
Muchas veces utilizamos este versículo para ser dirigido a otras personas, pero pensémoslo para nosotros, para nuestra vida, que Dios lo puso para que entendamos que en la Biblia podemos encontrar las respuestas que nos ayuden a resolver los problemas de nuestra vida personal y familiar.
Jesús mismo echó mano a la Palabra de Dios para dar respuestas a las tentaciones del enemigo cuando estuvo ayunando en el desierto ¿Podemos imaginar una crisis tan grave como esa? Y las respuestas las encontró en la Biblia.
* Nuestra espiritualidad también debe ser útil para resolver los problemas que nos plantea la vida. Ante las situaciones de peligro comprobamos si nuestra espiritualidad está asentada sobre bases sólidas, no sobre la arena movediza, sino sobre el buen fundamento de la roca sólida.
Para alcanzar una espiritualidad madura, es importante haber desarrollado en el tiempo la capacidad de oración y dependencia de Dios con relación a los aspectos prácticos de la vida, en nuestro vínculo con Dios y con la realidad cotidiana.
Es necesario que aprendamos a dirigirnos a Dios con jaculatorias para enfrentar situaciones difíciles de nuestra vida cotidiana; “Señor ayúdame, no sé cómo resolver este problema que debo enfrentar”, o como dijo el apóstol Pedro cuando se hundía en el agua “Señor, Sálvame”. Conozco a una querida amiga que me comentaba: “mientras cocino estoy permanentemente contándole y preguntándole al Señor lo que debo hacer y pidiéndole que me ayude”.
La espiritualidad ayuda a resolver los problemas cuando se busca con humildad y persistencia la guía de Dios. Moisés se encontró en un momento del éxodo con la difícil situación de tener al frente al Mar Rojo que no lo dejaba avanzar, y atrás al poderoso ejército del Faraón. Parecía no tener escape, pero cuando buscó la intervención de Dios se abrió un camino inesperado; se produjo la división del Mar Rojo para que el pueblo de Dios cruzara por él. Así también cuando imploramos por su intervención, Dios prepara sendas para quienes fielmente le buscan en el momento de la angustia.
Como Dice El Coro:
Sendas Dios hará
Donde piensas que no hay,
El obra de maneras que
No podemos entender.
El té guiará
A tu lado estará
Amor y fuerza te dará
Un camino hará
donde no lo hay.
* Jesús nos da el modelo de cómo enfrentar las crisis.
En el evangelio de (San Lucas 4:16-30) encontramos un relato en el cual Jesús se hallaba en Nazaret, el pueblo de su infancia, y estando en la sinagoga le tocó la lectura del profeta Isaías (capítulo 61). Jesús está en la etapa del comienzo de su labor pública y en esta ocasión hace suyas las palabras del profeta al declarar que su mensaje y su ministerio están dirigidos a los pobres y oprimidos y a todos los necesitados.
El relato nos dice que los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho y llevaron a Jesús a las afueras del pueblo, a un monte para lanzarlo desde un precipicio al vacío. ¡Qué tremenda crisis! Allí está Jesús frente a un grupo de enardecidos fanáticos religiosos que querían matarlo ¿Qué podía hacer Jesús ante esta situación? El versículo 31 nos dice:
“Pero Jesús pasó por en medio de ellos y se fue.”
Esta es la clave, cuando llega la crisis, debemos ante todo mantener la calma, no entrar en desesperación aun cuando estemos angustiados. Si nos dejamos llevar por el pánico,  no podremos actuar con buen criterio y por el contrario, es muy probable que al actuar desde la desesperación, complicamos más aún el difícil panorama.
Jesús seguramente confió en la protección de su Padre en ese momento, fue como si su Padre lo tomara de la mano para guiarlo en medio de la dificultad y lo ayudara a superarla. Jesús conocía los tiempos y sabía que su hora no había llegado y tuvo la plena confianza de que su Padre Dios proveería la protección necesaria. Quizás recordó palabras del mismo libro que había leído en la sinagoga momentos antes, que dicen: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10).
Luego Jesús miró de frente a la gente que tenía ante él, y cuando lo hubo hecho pasó por en medio de ellos, no los esquivó, no se hizo a un lado, sino que los enfrentó pasando por el medio de ese grupo de personas superando la crisis.
Finalmente Jesús se fue, es decir que no se quedó “pegado” a la crisis sino que una vez que pasó en medio de ella continuó su camino, sin resentimientos, sin reproches, sin ánimo de venganza.
Había comenzado su ministerio y tenía mucha tarea que realizar por delante, vendrían otras crisis, pero esta…ya estaba superada.

LA ALEGRIA DE UNA VIDA SENCILLA

En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...