domingo, 30 de mayo de 2010

JESÚS les dijo:

Yo Soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, También a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. (Juan 14: 6-7)


Todos los domingos por la tarde, después del servicio mañanero en la iglesia, el Pastor y su hijo de 11 años iban al pueblo a repartir volantes a cada persona que veían. Este domingo en particular, cuando llegó la hora de ir al pueblo a repartir los volantes, el tiempo estaba muy frío y comenzó a lloviznar. El niño se puso su ropa para el frío y le dijo a su padre, 'OK, papá, estoy listo'.

 Su papá, el Pastor, le dijo, 'Listo para qué?'

'Papá, es hora de ir afuera y repartir nuestros volantes.'

El papá respondió, 'Hijo, está muy frío afuera y está lloviznando.'

El niño miró sorprendido a su padre y le dijo, 'Pero Papá, la gente se está yendo al infierno aún en los días lluviosos.'  

El Papá contestó, 'Hijo yo no voy a ir afuera con este tiempo.' Con desespero, el niño dijo, 'Papá, puedo ir yo solo? Por favor?

Su padre titubeó por un momento y luego dijo, 'Hijo, tú puedes ir. Aquí tienes los volantes, ten cuidado.' 'Gracias papá!'

Y con esto, el hijo se fue debajo de la lluvia. El niño de 11 años caminó todas las calles del pueblo, repartiendo los volantes a las personas que veía.

Después de 2 horas caminando bajo la lluvia, con frío y su último volante, se detuvo en una esquina y miró a ver si veía a alguien a quien darle el volante, pero las calles estaban totalmente desiertas. Entonces él se viró hacia la primera casa que vio,  caminó hasta la puerta del frente, tocó el timbre varias veces y esperó, pero nadie salió.

Finalmente el niño se volteó para irse, pero algo lo detuvo. El niño se volteó nuevamente hacia la puerta y comenzó a tocar el timbre y a golpear la puerta fuertemente con los nudillos. Él seguía esperando, algo lo aguantaba ahí frente a la puerta. Tocó nuevamente el timbre y esta vez la puerta se abrió suavemente.

Salió una señora con una mirada muy triste y suavemente le preguntó, 'Qué puedo hacer por ti, hijo.'

Con unos ojos radiantes y una sonrisa que le cortaba las palabras, el niño dijo, 'Señora, lo siento si la molesté, pero sólo quiero decirle que *JESÚS REALMENTE LA AMA * y vine para darle mi último volante, que habla sobre JESUS y SU GRAN AMOR. El niño le dio el volante y se fue.

Ella lo llamó y le dijo, 'GRACIAS, HIJO, y que DIOS te bendiga.' Bien, el siguiente domingo por la mañana el pastor estaba en el púlpito y cuando comenzó el servicio preguntó, 'Alguien tiene un testimonio ó algo que quiera compartir?

Suavemente, en la fila de atrás de la iglesia, una señora mayor se puso de pie. Cuando empezó a hablar, una mirada radiante y gloriosa brotaba de sus ojos, 'Nadie en esta iglesia me conoce. Nunca había estado aquí, incluso todavía el domingo pasado no era cristiana. Mi esposo murió hace un tiempo atrás dejándome totalmente sola en este mundo. El domingo pasado fue un día particularmente frío y lluvioso, y también lo fue en mi corazón; ese día llegué al final del camino, ya que no tenía esperanza alguna ni ganas de vivir. Entonces tomé una silla y una soga y subí hasta el ático de mi casa. Amarré y aseguré bien un extremo de la soga a las vigas del techo; entonces me subí a la silla y puse el otro extremo de la soga alrededor de mi cuello. Parada en la silla, tan sola y con el corazón destrozado, estaba a punto de tirarme cuando de repente escuché el sonido fuerte del timbre de la puerta. Entonces pensé, 'Esperaré un minuto y quien quiera que sea se irá'.

Yo esperé y esperé, pero el timbre de la puerta cada vez era más insistente, y luego la persona  comenzó a golpear la puerta con fuerza. Entonces me pregunté, QUIEN PODRÁ SER? Jamás nadie toca mi puerta ni vienen a verme! Solté la soga de mi cuello y fui hasta la puerta, mientras el timbre seguía sonando cada vez con mayor insistencia.

Cuando abrí la puerta no podía creer lo que veían mis ojos, frente a mi puerta estaba el más radiante y angelical niño que jamás había visto. Su sonrisa, ohhh!!!, nunca podré describirla! Las palabras que salieron de su boca hicieron que mi corazón, muerto hace tanto tiempo, volviera a la vida, cuando dijo con voz de QUERUBÍN, 'SEÑORA, sólo quiero decirle que "JESÚS REALMENTE LA AMA."

'Cuando el pequeño ángel desapareció entre el frío y la lluvia, cerré mi puerta y leí cada palabra del volante. Entonces fui al ático para quitar la silla y la soga. Ya no las necesitaría más... Como ven ahora soy una hija feliz del "REY". Como la dirección de la iglesia estaba en la parte de atrás del volante, yo vine personalmente a darle las GRACIAS a ese pequeño ÁNGEL DE DIOS que llegó justo a tiempo y, de hecho, a rescatar mi vida de una eternidad en el infierno.'

Todos lloraban en la iglesia, y le daban Gloria y honor al "REY DE REYES". El Pastor bajó del pulpito hasta la primera banca del frente, donde estaba sentado el pequeño ángel; tomó a su hijo en sus brazos y lloró y gimió incontrolablemente.

Probablemente la iglesia no volvió a tener un momento más glorioso, y probablemente este universo nunca ha tenido un padre más lleno de amor y honor por su hijo......excepto por uno. Este otro PADRE permitió a su hijo venir a un mundo frío y oscuro, de modo que Él recibió de regreso a su Hijo con una alegría indescriptible; y todo el cielo le dio gloria y honor a su Hijo amado, el "REY DE REYES", a quien sentó a la diestra de su trono y le dio poder sobre todo principado, y cuyo nombre está sobre todo nombre, JESÚS.

 

Dios bendiga tus ojos por leer este mensaje. No permitas que este mensaje muera de frío; después de leerlo, pásalo a otros. El reino del cielo es de la gente que así lo hace!

Recuerda, el mensaje de DIOS puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien. y no lo olvides verdaderamente

"DIOS TE AMA "

sábado, 29 de mayo de 2010

LA MADUREZ

En la doctrina bíblica de madurez cristiana, existen conceptos que no interpretan el rigor de la verdad. Algunos hablan de "segunda experiencia", otros del "cruce del Jordán", o bien del "bautismo del Espíritu Santo" o de la "vida victoriosa". Algunas de estas experiencias tienen un contenido verdadero, pero no en el sentido absoluto que a veces se le asigna. Todas incluyen la idea de una crisis que conduce a una nueva experiencia en la relación con Dios, por la que se entra en la madurez. Pero en la Biblia hallamos muy claro el concepto de "madurez", como de un proceso y no de un salto. La madurez espiritual es equivalente a la madurez biológica o síquica e intelectual: es progresiva, se madura a medida que se crece.

Reconoceremos el valor de la crisis en la vida espiritual. Representan situaciones en las que debemos soportar presiones que suelen producir efectos positivos, si nos conducen a vivir experiencias de más profunda comunión con el Señor, o a entregarnos plenamente al poder del Espíritu. A veces es la convicción y la confesión de pecados, que son muy saludables para la renovación de nuestra vida espiritual. Pero de ninguna manera debemos supeditar la crisis, a la condición imprescindible desde la que debemos partir para iniciar un nuevo camino de santidad, como si nos condujera a una nueva relación con Dios, diferente en esencia a la que hemos disfrutado desde nuestra conversión. En general, la vida de todo creyente está jalonada de crisis que pueden ser positivas, en cuyo caso, representarán parte del proceso ininterrumpido y ascendente en el camino hacia la madurez.

En "LA SEGUNDA EXPERIENCIA", se pretende que debe haber una entrega equivalente a la que hicimos en la conversión, pero ahora, para recibir la santificación. El argumento es: así como somos impotentes para ser salvos, también lo somos para ser santos. Por lo tanto, debemos ir a Cristo, "CRUZAR EL JORDÁN" como antes cruzamos el Mar Rojo y entraremos en el reposo de la santidad. En esta argumentación hay buena parte de verdad, porque la santidad es un camino de fe, como lo es el de la salvación. Pero nunca es un estado absoluto al que podremos ingresar mientras estemos en este mundo. Cuando Israel cruzó el Jordán, comenzó una lucha que duró durante toda su historia. No entraron en el reposo. Lo mismo ocurre en la vida cristiana: es una permanente lucha. PABLO lo expresa claramente cuando dice que él mismo no pretende haber alcanzado la meta, pero persevera en intentar lograrlo.

El mismo argumento vale para la pretendida unción del "BAUTISMO ESPÍRITU", como una experiencia nueva en el creyente como punto de partida para lograr un nuevo nivel espiritual. Somos bautizados en el Espíritu cuando recibimos a Cristo como Salvador y Señor. Por la fe en Dios no da la vida eterna, que es el mismo Espíritu de Cristo que viene a morar en nosotros. Mantenerlo vivo, activo y manifestándose poder en nosotros, es el fruto de una renovación continua de nuestra entrega. No es meramente una experiencia que surge de una crisis, y vale para siempre, sino que es una constante y continua renovación de la crisis con que inicia: convicción de pecado, visión del poder salvador y santificador decíamos la vida cristiana en Jesucristo y entrega de voluntad al poder del Espíritu, es decir, una renovada y repetida recepción de Cristo en nosotros. No es una experiencia nueva, sino una actitud permanente de vivir enriqueciendo el conocimiento del Señor, por el cual el Espíritu nos transforma a su semejanza.

En el camino hacia la madurez naturalmente habrá fluctuaciones. Lo importante es que vivas cada día consciente de la gracia del Señor que quiere, y puede transformarte, e inicies el día con una oración de entrega, suplicando que el Espíritu Santo te dirija a cada momento, reconociendo la presencia de Cristo en ti, y suplicándole que te sea permitido descubrir la voluntad de Dios en el camino que te tocará recorrer este día. Dios es el que pondrá en ti el querer como el poder hacer su voluntad.

  • Qué hacer cuando necesitas ánimo

     

  • Yo estoy seguro de que nada podrá separarnos

Del amor de Dios: ni la vida, ni la muerte, ni los

Ángeles, ni los espíritus, ni lo presente, ni lo futuro,

Ni los poderes del cielo, ni los del infierno, ni nada de

Lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada,

Podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado

Por medio de nuestro Señor Jesucristo!

(Romanos 8:38,39)

  • Así que no temas, porque yo estoy contigo;

No te angusties, porque yo soy tu Dios.

Te fortaleceré y te ayudaré;

Te sostendré con mi diestra victoriosa.

(Isaías 41:10)

  • El Dios sempiterno es tu refugio;

Por siempre te sostiene entre sus brazos.

Expulsará de tu presencia al enemigo

Y te ordenará que lo destruyas.

(Deuteronomio 33:27)

  • Aún no quiero morir. Quiero vivir y seguir hablando de lo que Dios ha hecho.

(Salmos 118:17)

  • Cristo me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones.

(Filipenses 4:13)

viernes, 28 de mayo de 2010

LA MUERTE

La muerte se cita en la Biblia como un sueño (Jn.11:11), la disolución de la morada terrestre (2 Co.5:1), abandonar el cuerpo (2 Pe.1:14), el pedir el alma de parte de Dios (Lc.12:20), ir por el camino por el cual no se vuelve (Job.14:2) y el reunirse con los padres (Gn.49:33), descender al silencio (Sal.115:17) expirar (Hch.5:10), tomar al polvo (Gn.3:19), ser cortado (Job.14:2) y partir (Fil.1:29).

El lector asiduo de la Biblia podrá concordar en que todos estos conceptos acerca de la muerte son complementarios. Y que el mensaje total de las Escrituras destaca los esfuerzos de Dios por librar de la muerte a su Creación y para dotarla de una vida abundante y eterna.

En su primera epístola a los Corintios, capítulo 15, San Pablo resume a grandes trazos la historia de la salvación. Recuerda su principio: la caída de Adán, por quien vino la muerte a todos los hombres; el centro: la resurrección de Jesucristo, segundo Adán, es decir, segundo comienzo de la humanidad, por el cual se dio la vida a todos los creyentes; finalmente el término: el estableci­miento del reinado de Dios por la destrucción de todas las fuerzas anti divinas. Y el apóstol concluye: "el postrer enemigo que será destruido es la muerte".

Toda la enseñanza cristiana sobre la muerte y la vida se encuentra contenida en esta declaración lapidaria. Según el Nuevo Testamento, la muerte no es un fenómeno natural; no es el término normal de la existencia humana; no es en sí misma una liberación. Es la expresión suprema del mal; es el mal convertido en potencia demoníaca, que extiende su poder usurpado sobre toda la creación, sobre la humanidad y sobre el universo. Es, en una palabra, lo que no debe ser y que no será eternamente.

Ese poder, en efecto, será destruido. La prueba es que ya está vencido. La resurrección de Jesucristo es la primera victoria decisiva de la vida divina sobre la muerte. "Dios lo levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella" (Hch.2:24). Ya la victoria de Cristo despliega sus efectos vivificantes en el plano espiritual, al dar a los creyentes, en el tiempo presente, la verdadera vida. Esta victoria concluirá el último día, en que el terreno físico, con la resurrección de los fieles, la restauración del universo y aniquilamiento de la muerte.

HABLEMOS AHORA DEL MATERIAL QUE PRESENTAMOS

En su artículo "La Noche Viene", David Somerville recoge las figuras bíblicas de la vida como el día y la muerte como la noche. Utilizando estos símbolos considera que así como "un día malgastado es un día perdido…una vida malgastada es una vida perdido, que nunca volverá". "Nuestra vida es nuestro día".

En su segundo tema, titulado "La Muerte en la Mente de Dios", trata de las diferentes actitudes que ante la muerte hay cristianos y no cristianos. Pues mientras éstos "no están en condiciones de enfrentarse con su creador" aquéllos pueden avanzar confiados aquél que dijo: "Voy a preparar lugar para vosotros".

En "Primera Corintios 15", Miguel Ángel Zandrino dice que "éste es uno de los pasajes de la Biblia que más luz arroja sobre el misterio de la muerte y la resurrección". Basándose en dicho capítulo nos ofrece un ameno trabajo en el que busca aclarar diversos conceptos sobre la persona humana, el significado de la muerte y la vida después de la muerte.

El mismo autor, en "La Muerte, ese Misterio" plantea la crucial pregunta: ¿qué es muerte? y sostiene que "el hombre natural interroga a su alrededor, y se interroga a sí mismo. Y allí quedan las preguntas sin respuesta. Solamente en la Biblia hallamos luz suficiente para satisfacer nuestras ansias de eternidad". Afirmado sobre el texto afronta los aspectos más salientes del tema.

En "Tristeza y Llanto ante la Muerte" Guillermo Cotton ofrece un meduloso análisis de estos estados de ánimo motivados por la muerte. Y lo hace a la luz de hechos y enseñanzas de la Palabra. Señala que "debemos buscar la lección que Dios nos enseña a través de la tristeza" y asegura que "llorar es parte del lenguaje del alma".

En "El Gran Interrogante de la Muerte" Salvador Dellutri afirma que la muerte" lleva al hombre al cuestionamiento del ser. ¿Qué es el hombre? es la gran pregunta de la muerte". "Pero nunca en las Sagradas Escrituras la pregunta bordea la desesperación. Siempre es un ser que dirige al Ser que está del otro lado y que tiene todas las respuestas"

En "El sentido de la muerte", constituye un apasionante capítulo del libro "Biblia y Medicina" del célebre médico cristiano de Ginebra, Dr. Paul Tournier. Basado en conceptos de dicho capítulo, Miguel Ángel Zandrino (h.) nos presenta sus interesantes pensamientos titulados "Reflexionando sobre la Muerte con Paul Tournier".

En "Liberación de La Muerte" G. Colósimo estima que "la cuestión de la suerte del hombre después de la muerte constituye uno de los más grandes enigmas del corazón humano". Que "felizmente el cristiano cuenta con…la revelación de Dios en Jesucristo". Según ésta, para el creyente "la muerte física no es jamás la suprema instancia, sino una transición hacia un más allá superior".

miércoles, 26 de mayo de 2010

EL FRUTO DEL ESPÍRITU: CRISTO EN NOSOTROS

Por: Eduardo Rodríguez

"A los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó" (Romanos 8:29-30).

Antes que el mundo existiera, Dios había ideado nuestra salvación; una salvación que nos haría semejantes a su Hijo. Dios creó a hombre para que estuviera identificado con él, para que tuviera su carácter, para que fuera capaz de sentir y actuar como él. Esta identificación, distorsionada por el pecado, fue restablecida por la obra redentora de Cristo. En su vida, Cristo se identificó con nuestra condición humana; en su muerte, se identificó con las consecuencias de nuestro pecado; y en su resurrección triunfante, hizo posible que por la fe volviéramos a nuestra identificación con Dios. Por el Justo, somos justificados; por el Hijo somos hechos hijos; por el Santo, somos santificados; por el Glorificado, somos glorificados.

Dios nos va conformando progresivamente a la imagen de su Hijo, y este proceso -que la Biblia llama santificación- es obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo está formando en nosotros el carácter del Señor Jesús. "Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor" (2 Co.3:18). El proceso culminará en la perfección anhelada de la glorificación, cuando veamos cara a cara a nuestro Señor. "Amados ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2).

Antes de volver a su Padre, nuestro Señor Jesús prometió que Dios, por su Espíritu, moraría en nosotros y entre nosotros, y que por medio de nosotros continuaría la obra del Hijo. "Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad…Mora con vosotros, y estará en vosotros… El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Juan 14:16-17; 16:14). Pablo señala que somos, individual y colectivamente, la morada -"el templo"- del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16; 6:19; 2 Corintios 6:16). Entonces en un sentido la encarnación de Dios sigue en nosotros y entre nosotros.

Reiteramos que lo que es Espíritu Santo crea en nosotros es el carácter de Cristo. Somos muy diferentes, física y mentalmente, en nuestras capacidades, temperamentos y personalidades. Dios no nos conforma al mismo molde humano, y esta diversidad es la riqueza de la iglesia. Pero hay otro molde al cual Dios sí nos desea conformar, a todos por igual: el molde del carácter divino de su Hijo, lo que la Biblia llama "fruto". Dios es amor; su carácter es amor; todo lo que hace procede de su amor; y desea reproducir este amor -este "fruto"- en nosotros.

El Señor Jesús dice: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor…Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado…No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca… Esto os mando: Que os améis unos a otros" (Juan 15:8-10, 12,16-17).

"El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, f, mansedumbre, templanza" (Gá.5:22-23). Quizás sea mejor puntuarlo: "El fruto del Espíritu es amor: gozo, paz…"; el verbo está en singular, y todas las cualidades mencionadas son aspectos del amor.) Nuestro Señor Jesucristo es Dios; Dios es amor; el fruto del Espíritu es amor; el fruto del Espíritu es Cristo Jesús reproducido en nosotros.

Recordemos un detalle muy importante. En la Biblia, el amor no es principalmente una emoción. Amar como Dios es pensar como él, sentir como él, y luego actuar como él. Amar es decisión y acción. Amar es buscar el bien del otro antes que el mío. Amar es un acto de la voluntad llevado a la práctica. él fruto que el Espíritu produce en nosotros se ve en la práctica de nuestra vida. "Hijitos míos -nos dice Juan- no amemos de palabra, ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (1 Juan 3:18).

El fruto del Espíritu Santo de Dios es el carácter de nuestro Señor Jesucristo -el amor encarnado- reproducido en nosotros. Esta es la manifestación por excelencia de la presencia de Dios y del poder de Dios en nuestra vida. Esta es la manifestación de la plenitud del Espíritu Santo. Con esta manifestación, no hace falta otra. Sin ella, toda otra "manifestación" es hueca, es "como metal que resuena, o címbalo que retiñe" (1 Co.13:1).

Todo lo que respire en este mundo, alabe al SEÑOR; Creo en un poder que no se toca ni se ve, pero se siente en el corazón.

 

LA PUERTA DEL PECADO

LO QUE HACE EL PECADO. El pecado no es un simple conflicto, o un acto que depende de la cultura. No es algo para minimizarlo, ya que Cristo tuvo que morir por él. Jesús vertió su sangre para limpiarnos del pecado. El pecado es cualquier transgresión al carácter santo de Dios. Resulta lo opuesto a la santidad de Dios. El pecado constituye el carácter del enemigo.

Dios permitió el pecado para que el hombre pueda elegir pecar o no. La esencia del pecado es la independencia de Dios. Con cada pecado le estamos diciendo a Dios: "Señor, yo me manejo como quiero; yo soy libre e independiente". Eso fue lo que le dijeron Adán y Eva.

Venir a Cristo es deponer nuestra voluntad, rendirnos a su señorío y decidir vivir como El quiere, según su carácter. Es como dice Pablo, RENUNCIANDO al carácter oculto del pecado.

¿Cuáles son las consecuencias de "permanecer" en una vida de pecado? Veamos algunas:

1- El pecado destruye la vida espiritual. Esto es así, porque de manera deliberada nos colocamos como mentirosos delante de Dios. 1Jn. 1:6. Andar en tinieblas es vivir en pecado. Podemos engañarnos a nosotros mismos, a nuestros familiares, a nuestras iglesias, pero no a Dios. El mira lo profundo del corazón. Si hay pecado en tu corazón que no confesaste, Dios te ve como un mentiroso.

2- Perdemos la comunión con los hermanos. Muchas personas viven peleando. Algunas han tenido problemas en las iglesias, hay personas que no pueden llevarse bien con nadie. Cuidado, si hay un ambiente de discusión constante y peleas, seguro que hay pecado. Cuando hay pecado, no hay comunión entre los hermanos. Empiezan los roces y las peleas, para ocultar el pecado.

3- Perdemos la vivencia del amor de Dios. Podemos sentirnos lejos del amor de Dios (que no valemos, que no servimos). Mucha gente dice: "No siento que Dios me ame, no siento que Dios se interese por mí". ¿Será que habrá pecado sin confesar?

Cuando amamos al mundo, es decir, la forma de pensar de esta sociedad, los deseos de este mundo o el orgullo, entonces, perdemos la experiencia gratificante del amor de Dios. Si estás con un pie del otro lado no te asombres si no hay vivencia del amor de Dios. Sin embargo, está accesible la promesa de que quién ama a Dios "permanece en El".

4- Se produce una atadura espiritual. Dice 1 Juan 3:8-10:

"El que practica el pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él, y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios".

B) LISTADO DE PECADOS.

Cuán fácil nos sería la tarea pastoral si en vez de andar preguntándonos, si esto o aquello es pecado, fuésemos al Nuevo Testamento y leyésemos las listas CLARAS de lo que es pecado. Miremos algunas de estas listas y analicemos, brevemente, dichos pecados. Dice (1 Corintios 6:9-11)

"¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo, y por el Espíritu de nuestro Dios".

Fornicarios: La palabra "pornia" se refiere a la inmoralidad sexual. Dios es dueño de la sexualidad; el quiere que vivamos honrándolo. Las relaciones prematrimoniales no están aceptadas ante los ojos de Dios. Son pecado sea cual sea la situación. El apóstol Pablo le dice a Timoteo que huya de la fornicación.

El 90% de las parejas cristianas tienen relaciones prematrimoniales. Nos consta, por muchos factores. Al hablar de sexualidad muchas parejas nos confiesan que mantenían relaciones sexuales prematrimoniales. Años atrás, esto comenzaba más o menos a los 8 meses, o al año. Algunas parejas no tienen penetración pero si juegos eróticos.

Adulterio (o infidelidad): Esta es una de las crisis más devastadoras que las parejas pueden enfrentar.

HAY DOS TIPOS DE INFIDELIDADES:

1- La ocasional: se da por desgaste de la pareja, por no tener sexo, por frialdad y falta de comunicación, entre otros factores. Se busca afuera el cariño que no se encontró adentro. Muchas mujeres compartieron que lo único que querían era sentirse abrazadas y queridas.

Muchos hombres decían que su mujer era una heladera. Por esto, Pablo dice que el hombre no tiene derecho sobre su cuerpo y la mujer tampoco. Es como si les dijese – en otras palabras – que el pene es de los dos, la vagina es de los dos… en un matrimonio cristiano no existe la propiedad privada.

2- Frecuente o estructural: ocurre por problemas de ataduras espirituales que han crecido en el corazón.

Idolatría: En Corinto estaba el templo de Afrodita, la diosa del amor. La idolatría es adorar algo que no es Dios, es darle a algo en nuestra vida, el lugar y tiempo que solo Dios merece.

Afeminados: La palabra en griego se refiere a los prostitutos homosexuales pasivos, mientras que los que se echan con varones, son homosexuales activos.

Ladrones, avaros: implica robar y cuando no pagamos nuestras deudas, o tomamos lo ajeno. Amor al dinero.

Maldicientes: se refiere a "decir mal de…" y relacionado con todo tipo de chismes, críticas, descalificaciones, etc.

Borrachos: La palabra es "Mezos" que significa beber sin control. La palabra no está contra la bebida en sí, sino contra el perder el control. En Romanos 1:18-32, Pablo nos denuncia la corrupción normal del hombre en todas las áreas de la vida a causa de prácticas del pecado y de volver la espalda a Dios.

En su descripción encontramos que el hombre sin Cristo posee alteraciones:

1- En relación con su sexualidad: Puro impulso genital desprovisto de sexualidad. "Impureza", "Pasiones vergonzosas". (v.24). Homosexualidad masculina y femenina: "hombres con hombres". (v.27).

2- EN RELACIÓN CON SU ESPIRITUALIDAD

Rechazo a lo espiritual: "No glorificaron a Dios". (v.21).

Idólatras: "Cambiaron… por una imagen". (v.23).

Falsificadores espirituales: "Cambiaron la verdad de Dios". (v.25).

Odio hacia Dios. (v.30).

3- EN RELACIÓN CON SU PROPIO AUTOCONCEPTO:

Lleno de glorias y honores: "Altivos". (v.30).

Orgullosos: "Soberbios". (v.30).

4- EN RELACIÓN CON SU COMUNICACIÓN:

Falsos en palabras: "Engaño". (v.29).

Chismosos y burladores de peleas: "Murmuradores y detractores". (v.30).

Agresivos e irrespetuosos: "Injuriosos". (v.30).

Falsos en sus promesas: "Desleales".(v.30).

5- EN RELACIÓN CON LA AUTORIDAD:

Desobedientes a los padres. (v.30).

Desobedientes a Dios. (v.30).

Incapaces de tener y desear una familia. "SIN AFECTO NATURAL". (v.30).

6- EN RELACIÓN CON SU IMPULSIVIDAD DESCONTROLADA:

Sin capacidad de hacer lo bueno: Maldad. (v.29).

Asesinatos: Homicidios. (v.29).

Buscan dañar a otros: Inclinación al mal. (v.30).

Sin capacidad de tregua y perdón. (v.31).

martes, 25 de mayo de 2010

EN PROTESTA CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER

Mientras le gritas a tu mujer, hay un hombre deseando hablarle al oído... Mientras humillas, ofendes, insultas y degradas a tu mujer, hay un hombre cortejándola y recordándole que es una gran mujer... Mientras violentas a tu mujer, hay un hombre deseando hacerle el amor... Mientras haces llorar a tu mujer, hay un hombre que le roba sonrisas.

lunes, 24 de mayo de 2010

NUNCA MAS CONFESARÉ

 

  • "NO PUEDO", PORQUE...

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."

Filipenses 4:13

"Mi Dios suplirá todo lo que me falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús."

Filipenses 4:19

 

  • NUNCA MAS confesaré pobreza, porque...

NUNCA MAS confesaré temor, porque...

"Dios no me ha dado el espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio."

2 Timoteo 1:7

 

 

  • NUNCA MAS confesaré duda o falta de fe, porque...

"Dios ha dado a todas sus criaturas la medida de fe."

Romanos 12:3

 

  • NUNCA MAS confesaré debilidad, porque...

"Jehová es la fortaleza de mi vida."

Salmo 27:1

Y "el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará."

Daniel 11:32

 

  • NUNCA MAS confesaré que satanás gobierna mi vida, porque...

"mayor es el que está en vosotros que el que está en El mundo."

1 Juan 4:4

 

 

 

  • NUNCA MAS confesaré derrota, porque...

"Dios siempre me lleva en triunfo en Cristo Jesús."

2 Corintios 2:14

  • NUNCA MAS confesaré falta de entendimiento, porque..

"Dios ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría."

1 Corintios 3:30

  • NUNCA MAS confesaré enfermedad, porque...

"Por Su llaga fui curado."

Isaías 53:5

Y Jesús "mismo tomó mis enfermedades y llevó mis dolencias."

Mateo 8:17

  • NUNCA MAS confesaré pesares y frustraciones, porque...

Porque estoy "echando toda mi ansiedad sobre El, porque Él tiene cuidado de mí."

1 Pedro 5:7 y con Cristo estoy libre de preocupaciones.

 

  • NUNCA MAS confesaré esclavitud, porque...

El Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad."

2 Corintios 3:17

"Mi cuerpo es el templo del Espíritu Santo."

1 Corintios 6:19

 

  • NUNCA MAS confesaré condenación, porque...

"no existe la condenación para aquellos que están en Cristo."

Romanos 8:1 Yo estoy en Cristo por lo tanto, estoy libre de condenación.

 

 

 

 

Con Dios TODO es posible.

domingo, 23 de mayo de 2010

LO QUE EL PREDICADOR CRISTIANO NO DEBE DESCUIDAR.

a) SU TIEMPO.

Debemos notar que lo que diremos es aplicable a cualquier cristiano que quiere servir al Señor.

Efesios 5:16, nos advierte…"aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos." De la atención que se ponga a este consejo dependerá el carácter y la vocación de una persona, como también por COMO Y CON QUIEN pasa su tiempo. Por eso esto es mucho más importante para los jóvenes aquí presentes. Con dolor observamos que vidas jóvenes son inutilizadas a causa de las malas compañías. No supieron apartarse para capitalizar su tiempo en tareas más provechosas que perder el tiempo en las esquinas, bebiendo licor y conversando superficialidades. Todo comienza con el mal uso del tiempo. Lo que a veces creemos que es libertad o pasar un buen tiempo con los amigos, no pasa de ser un mero libertinaje que nos conduce a las puertas de un infierno personal.

"Son los hábitos formados en la juventud las que fortalecen o echan a perder una vida. Las horas de ocio constituyen una magnífica oportunidad o un sutil peligro. "

Cada momento de vida es un don de Dios y deberíamos aprender a administrarlo.

Se cuenta del gran artista, Miguel Ángel, cuando en ocasión de haber aceptado un trabajo, alguien le dijo: "Esto te puede costar la vida", le respondió: "¿Para qué más es la vida?".

De nosotros depende la productividad de cada día, cada hora y los momentos de nuestras vidas.

El filósofo William James afirmó que "la más grande utilidad de nuestra vida es emplearla en algo que dure más que ella, porque el mérito y la importancia de la vida de uno es evaluada NO por su duración sino por su contribución. NO ES CUANTO VIVIMOS,SINO CUAN BIEN Y PLENAMENTE LO HACEMOS."

Sin embargo, debemos reconocer que a pesar de la importancia y valor del tiempo muchas veces lo malgastamos irresponsablemente.

"Enséñanos de tal modo A CONTAR NUESTROS DÍAS, que traigamos al corazón sabiduría." (Sal.90:12).

Así estimaba Moisés la importancia del tiempo, así deberíamos orar nosotros.

La mayoría de las veces la frase "no tengo tiempo" es la excusa de una persona mezquina e ineficiente.

 

 

 

J.E. Joivet dijo: "La repetimos tan a menudo que al final nos persuadimos a nosotros mismos a creerlo. No existe el hombre tan sumamente ocupado que no tenga tiempo. Tan ajustada y sistemática es la regulación de su tiempo que siempre que les haces un pedido, parecen encontrar unos momentos para ofrecer un servicio desinteresado. Confieso como ministro, que los hombres de quienes busco con mayor esperanza un servicio adicional, son los hombres más ocupados. "

Aquí vemos que nuestro problema no es que necesitemos más tiempo. Debemos aprender a hacer mejor uso del tiempo que tenemos.

Todos tenemos las mismas 24 horas cada día - el Presidente de la Nación y el mendigo de la calle. Otros pueden tener más dinero, o más habilidades PERO NO TIENEN MAS TIEMPO QUE NOSOTROS.

Cuando San Pablo insta a los cristianos a "redimir el tiempo" les quiere decir que debemos aprender a administrarlo según las prioridades que son de verdadero valor – actividades productivas o improductivas, dignas o indignas. Y eso dependerá de nuestra sabiduría.

"El tiempo puede ser perdido, pero nunca puede ser recuperado. No puede guardarse; debe ser empleado. Ni puede ser postergado. Si no es usado con productividad, es irreparablemente perdido, como estas líneas que fueron grabadas en un antiguo reloj de sol y que dicen:

"La sombra de mi manecilla

Divide el futuro del pasado:

Antes de ella está la hora por nacer

En la oscuridad más allá de tu poder.

Detrás de la manecilla está lo que nunca volverá

La desaparecida hora que ya no es tuya;

Una única hora en tus manos,

El ahora sobre la cual la sombra está."

Si tal es el valor eterno del tiempo el predicador debe ser cuidadoso en su selección de oportunidades; a veces, como los apóstoles, deberá delegar lo secundario diciendo: "No es justo que nosotros dejemos la Palabra de Dios servir a las mesas." (Hecho. 6:12).

 

No puede malgastar su tiempo en lo que es de importancia secundaria mientras que las cosas más importantes están reclamando su atención. Y ustedes ya saben cuales son esas tareas, las hemos venido describiendo.

No es cuestión que nos hagamos "los profesionales" - eso sería nuestra perdición. Es cuestión de prioridades.

El día debe ser cuidadosamente planificado; si queremos superarnos debemos aprender a seleccionar nuestros compromisos y trabajos y también a rechazarlos. ¿para qué?

Para que podamos concentrarnos en aquellas cosas que son de suprema importancia y que hacemos por orden de nuestro Maestro.

Les repito: del uso de nuestro tiempo depende el éxito de nuestro ministerio.

Por ejemplo, después de descansar 8 horas al día, tres horas por las comidas y el tiempo social, diez horas al día durante cinco días para el trabajo y el viaje, aún quedan 35 horas sin compromiso cada semana. ¿Qué hacemos con ellas? ¿En qué las invertimos? ¿Cómo utilizamos el fin de semana libre que mayormente son dos días o día y medio? De cómo se llevan emplean estas horas se verá si un cristiano lleva una vida ordinaria o extraordinaria.

Se dice que la "intrépida misionera María Slessor, que luego fue conocida como "la reina blanca de Okovong" fue la hija de un borracho. Empezó a trabajar en una fábrica en Dundee, Escocia a la edad de 11 años desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Sin embargo, este trabajo agotador no le impidió educarse a sí misma para su notable carrera."

Hoy me encuentro que muchos jóvenes excusan su mediocridad espiritual, aduciendo que no tienen tiempo y que lo ocupan "todo" con su trabajo y estudio. Y sin embargo quieren "figurar" en la Iglesia. Yo creo que a Dios le agradaría más ver la Iglesia cerrada que semejantes perezosos de la raza humana ministrando a su pueblo.

Predicar es trabajar, es sacrificio, es estudio y es oración. Es disciplina como ya veremos más adelante.

Un hombre de Dios como fue David Livingston, trabajaba en una fábrica de algodón en su pueblo de Escocia, desde las 6 de la mañana, hasta las 8 de la noche. Comenzó cuando tenía 10 años y seguramente lo habríamos disculpado si con voz lastimera y quejumbrosa nos hubiera dicho: "No tengo tiempo para estudiar"...pero él tenía pasta de hijo de Dios, no era cómodo ni perezoso. Anote bien, el utilizaba de tal forma sus horas "libres" que aprendió latín y podía leer obras complicadas con facilidad antes de los 17 años. Al llegar a los 27 años había luchado para estudiar un curso de medicina y un curso en teología.

Hay millares de ejemplos; nada justifica la mediocridad. Y si no, lee, lee los evangelios, la vida de nuestro amado Señor Jesús. Pasó por la vida con un paso medido, pero nunca demasiado apurado. A los que se llegaban a Él buscando ayuda, les hacía sentir de que en ese momento no tenía otra preocupación que ocuparse de ellos.

Su secreto se encontraba en la confianza que había desarrollado en la, comunión con el Padre. Sabía que trabajaba de acuerdo con el plan que e¡ Padre le había trazado para su vida y que contemplaba cada hora, aún los imprevistos que aparecían en su camino.

El mismo les dijo a los discípulos cuando se sintieron preocupados: "¿No tiene el día doce horas?"… queriendo darles a entender su confianza en EL PLAN DEL PADRE para realizar su trabajo.

El día sólo tenía doce horas, pero eran doce horas completas. ¿No era este conocimiento lo que le ayudaba a seleccionar y probar el poder del Señor? El usaba su tiempo para hacer lo que realmente importaba. No perdía tiempo en las cosas que no eran de vital importancia. El carácter moral se forma y se conserva en fortaleza aprendiendo a rechazar lo que no es importante.

Quiero terminar esta parte con algunas observaciones muy esenciales.

Es sumamente importante tener una estimación equilibrada del tiempo. Lo contrario nos hará trabajar bajo una tensión innecesaria.

No toda petición de ayuda es necesariamente una llamada de Dios. Tu responsabilidad se extiende a los asuntos que están a tu alcance. Una vez realizados, descansa en Su presencia y deja los resultados en Sus manos. El los cuidará mejor.

Un aspecto importante: La demora o el aplazar las cosas, es una de las armas más potentes que hoy utiliza Satanás.

El tomar una decisión y hacer que se lleve a cabo requerirá un esfuerzo moral. Si dejamos pasar el tiempo sucederá lo contrario. La decisión siempre será más difícil de tomar mañana y qué decir de la acción.

HAZLO AHORA, es un principio que ha llevado a cientos de hombres y mujeres al éxito mundial y es igualmente aplicable en el ámbito espiritual. Una cosa que puede ayudarnos es poner fechas topes para leer un libro, preparar un sermón, pasar un día con la familia etc.

jueves, 20 de mayo de 2010

LOS REINOS DEL MUNDO Y EL REINO DE DIOS

Por: MIGUEL A. ZANDRINO

Entonces vendrá el fin, cuando Cristo derrote a todos los señoríos, autoridades y potestades, y entregue el reino al Dios y Padre. Porque Cristo tiene que reinar hasta que todos sus enemigos estén puestos debajo de sus pies. (1 Corintios 15.24-25)

DESDE EL COMIENZO de su ministerio Jesús proclamó la noticia de que el reino de Dios había llegado. Previamente, en el Magníficat de María y en el Benedictus de Zacarías, como en la predicación de Juan el Bautista, hallamos un mensaje relacionado con el advenimiento del Mesías con un fuerte contenido político. Jesús se presentó a sí mismo como la manifestación del reino de Dios cuando predicó en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4), y sus palabras provocaron una violenta reacción al ser rechazado en sus pretensiones por sus conciudadanos.

En el capítulo 15 de 1 Corintios Pablo establece en forma terminante que la muerte y la resurrección de Jesucristo, son la base de la fe cristiana y elabora cuidadosamente el hecho de la resurrección, como un escándalo para el pensamiento griego. Para los judíos, en cambio, la resurrección era un concepto naturalmente aceptado, pues provenía de las enseñanzas del Antiguo Testamento, sobre todo de los últimos libros vetero-testamentarios.

La cultura helénica tenía una concepción dualista del hombre, al que concebía como dotado de un alma inmortal que moraba en un cuerpo mortal. El cuerpo era malo, mientras que el alma era pura y quedaba libre de la esclavitud del cuerpo malvado en la muerte, cuando podría elevarse a las alturas en donde moraban los dioses.

Es lamentable que mucho del pensamiento griego sobre la naturaleza humana haya pasado a formar parte de la "teología" cristiana durante la edad media, y que aún persista en la actualidad. Esta herencia del escolasticismo hace que muchos aún piensen en el hombre en términos dualistas: como constituido por dos elementos, un alma inmortal que habita en un cuerpo mortal.

En el concepto judeo-cristiano, en cambio, el hombre es un ser indivisible, no hay lugar en el pensamiento bíblico de tal cosa como un elemento inmortal habitando un cuerpo que muere. La muerte del cuerpo representa la muerte del hombre en su totalidad, y afirma en forma terminante que el alma que pecare, morirá.

Pero también la Biblia proclama que el único que tiene inmortalidad es Dios (1 Timoteo 6.16), y agrega que "nuestro Salvador Jesucristo sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio" (2 Timoteo 1.10). De modo que la inmortalidad no es más atributo del hombre, ya que el pecado ha decretado su muerte. La inmortalidad, atributo absoluto de Dios, le es restituida al hombre por la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo.

De manera que quienes hemos recibido la Vida de Dios por la fe en Jesucristo, tenemos vida eterna, y ya pertenecemos al reino de Dios. Es en este sentido en que el reino de Dios se hace presente: "Nosotros somos ciudadanos del cielo, y estamos esperando que del cielo venga el Salvador, el Señor Jesucristo, que cambiará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso. Y lo hará por medio del poder que tiene para cambiar todas las cosas (Filipenses 4.20-21).

¿Qué es morir? Realmente es algo que va más allá de nuestro entendimiento. En Job se habla del Seol, palabra hebrea que significa sepulcro, y que además representa el reino de la muerte y se lo califica como un lugar oscuro, húmedo, desordenado, de angustia y de terror. Es la morada o el estado de los que han muerto en sus pecados y sufren la muerte con conciencia de muerte.

Pero los que han recibido a Jesucristo por la fe, tienen vida eterna, la vida de Dios, pertenecen al reino de Dios, participan de su inmortalidad, y su destino no es el Hades (equivalente al griego Seol) o reino de la muerte. De éstos dice el Nuevo Testamento "que duermen, que están con Cristo".

Por supuesto no pretendemos en estos párrafos explicar lo inexplicable, sino solamente destacar algunos pasajes claves de las Escrituras que rotundamente descartan la simplificación a que nos ha conducido la doctrina griega de la inmortalidad del alma, que está en flagrante contradicción con la afirmación bíblica de la muerte y la resurrección del hombre. El hombre no tiene un elemento inmortal (alma), que habita en un receptáculo mortal (cuerpo). El destino inevitable del hombre pecador es la muerte, pero el creyente participa de la "inmortalidad y la vida que Jesucristo sacó a luz por el evangelio", y tiene vida eterna. La muerte biológica no afecta al elemento divino que le ha sido dado, y que en lugar de sumergirlo en el Hades, lo conduce a la bienaventuranza de los que han muerto en el Señor (Apocalipsis 14.13).

La idea de la muerte como liberación del alma es una doctrina ajena al evangelio, y Pablo se preocupa ante la afirmación de algunos de que no hay resurrección de los muertos. Precisamente, la resurrección de Jesucristo es el hecho que proclama su triunfo sobre la muerte, por lo tanto el apóstol se dedica a exponer sistemáticamente la doctrina de la resurrección.

LA RESURRECCION DE CRISTO, FUNDAMENTO DE LA FE (1 Corintios 15.1-19)

Comienza el capítulo con un planteo de la fe cristiana, expresado en lo que parece haber sido una confesión de fe muy primitiva que el mismo Pablo recibió (v.3-5): "Porque primeramente les he enseñado lo que así mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce". Continúa mencionando los testigos de la resurrección: más de quinientos hermanos a la vez, después a Jacobo, otra vez a los apóstoles, y por último a él, "como a un abortivo". Aquí Pablo acentúa su condición de apóstol, testigo de haber visto a Cristo resucitado, pero en una condición diferente a los demás apóstoles: él no nació naturalmente en un proceso que culminó con la madurez de aquellos. El nació en forma violenta, siendo arrancado en la ocasión misma en que estaba persiguiendo a la iglesia de Dios, por lo cual se considera indigno, y se estima el más pequeño de los apóstoles. Pero su testimonio es de gran valor. Si Saulo de Tarso, implacable perseguidor de la iglesia, no hubiera visto realmente a Jesús resucitado, no habría girado ciento ochenta grados en su camino para transformarse en un seguidor de Jesucristo.

Es importante reconocer que los corintios no dudaban de que Jesús hubiera resucitado, ya que el evangelio estaba fundado en esa fe de acuerdo con los términos del credo (v. 3-5). Lo que Pablo ha escuchado es que hay entre ellos quienes sostienen que la resurrección de los muertos no es algo que pertenezca a los creyentes en general. Y aquí comienza su argumentación: No es posible negar la resurrección de los creyentes si Cristo realmente resucitó. A la inversa, si no hay resurrección para el hombre, entonces tampoco Jesucristo ha resucitado, lo cual es una negación de la fe que proclama el evangelio, y entonces todo resulta vano e inútil: no hay redención, ni perdón de pecados, el testimonio de los apóstoles es falso, y no hay ninguna esperanza para el cristiano.

CRISTO, EL PRIMERO EN RESUCITAR (20-28)

Ante el absurdo a que lo conducía el razonamiento de Pablo, resulta lógica su exclamación de triunfo: ¡Mas ahora Cristo ha resucitado! y él es el primero de los muertos que tienen que resucitar. Continúa con el paralelismo entre Cristo y Adán que nos recuerda a (Romanos 5.12-21) El énfasis de la antítesis en ROMANOS es la culpa de Adán y la justicia de Cristo, mientras aquí en Corintios, el énfasis está en que así como por ser de Adán todos mueren, por ser de Cristo todos son vivificados. Pero hay un orden, primero el Señor resucitado, y cuando él venga, todos los que son suyos resucitarán con él. Y después vendrá el fin, cuando será manifiesta la victoria de Jesucristo, y todos sus enemigos (y los nuestros) serán destruidos: "Entonces vendrá el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque es preciso que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies".

Este es un pensamiento que los Corintios podían entender. Pablo lo había utilizado cuando predicó en Atenas y dijo que nosotros somos linaje de Dios, y en él vivimos, nos movemos y somos, atribuyendo esta expresión a poetas griegos. Este pensamiento de Dios presente en todo su universo, participando continuamente en todo lo que ocurre en el mundo, lo hallamos en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. De una manera notable lo hallamos en el Salmo 104 que proclama la intervención constante de Dios en toda la naturaleza, concluyendo el v. 30 con la afirmación: Renuevas la faz de la tierra.

Pero llegará el día en que serán eliminados del universo todos los elementos perturbadores que comprometieron la perfección de la creación: Entonces, Dios será todo en todos.

Teilhard de Chardin utiliza para este triunfo de Jesucristo la expresión "Cristificación del universo". La nueva tierra en donde todo será justo y bueno, no será meramente "otra creación". Habrá continuidad entre los cielos que ahora son y esta tierra, con los nuevos cielos y la nueva tierra. No entendemos cómo será esta continuidad, pero con toda claridad la Biblia nos habla de la redención del universo en (Romanos 8 y en Colosenses 1.20), en donde dice: por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz, mediante la sangre de la cruz.

Así como habrá continuidad entre nuestro cuerpo corruptible con el cuerpo de resurrección, de alguna manera como no lo podemos tampoco entender, así hubo continuidad entre el cuerpo de Jesús puesto en el sepulcro, y el del Señor resucitado, pues la tumba quedó vacía. Y el Señor resucitado pudo ser palpado por los discípulos que no podían creer en lo que había ocurrido.

CONCLUSION

Está definitivamente más allá de nuestra comprensión el que Dios haya permitido que su creación perfecta fuera deteriorada por la entrada del pecado y de la muerte. Solamente podemos decir que así fue necesario para que sus propósitos en relación con el hombre fueran cumplidos.

Este siglo nos ha permitido que llegáramos a ver cómo los habitantes del mundo estamos deteriorando nuestro planeta Tierra. La codicia y la prisa del hombre, la falta de respeto por el medio ambiente en su afán de acumular riquezas está contaminando la tierra, el mar y la atmósfera. La feroz tala de las grandes reservas de bosques rompe el equilibrio ideal del oxígeno y los demás componentes normales del aire, y el humo de las fábricas lo contamina. La tierra pierde fertilidad por las siembras indiscriminadas que no respetan rotación ni le otorgan descanso. Las aguas de los ríos y aún los océanos están contaminados: efluentes tóxicos de las grandes fábricas ensucian los ríos, y el mar es contaminado por el petróleo, por accidentes o por el lavado de los buques cisternas, y por las ingentes masas de residuos tóxicos que allí se tiran. Lluvias ácidas deterioran las tierras y el aire se contamina por la radiactividad accidental de las instalaciones atómicas.

Reproducimos aquí una muy ilustrativa profecía de juicio que hallamos en (Isaías 24.3-6): "La tierra será totalmente arrasada, totalmente saqueada. Porque eso es lo que ha dicho el Señor. La tierra, se seca y se marchita, y el cielo y la tierra se llenan de tristeza. La tierra ha sido profanada por sus habitantes, porque han dejado de cumplir las leyes, han desobedecido sus mandatos, han violado el pacto eterno. Por eso, una maldición ha acabado con la tierra, y sus habitantes sufren el castigo". El deterioro del planeta Tierra es una horrible realidad actual.

La desobediencia del hombre al Señor, y su insistencia en no obedecer sus mandamientos le acarrean su propio castigo. Los reinos del mundo se deterioran precisamente por responder a las demandas egoístas de los hombres, que no están dispuestos a obedecer a Dios. Pero él no ha resignado su condición de Señor del universo, está sentado en su trono y no permite que los acontecimientos vayan más allá de sus propósitos.

El reino de Dios es el ámbito en el que están todos aquellos que desean hacer su voluntad, y que oran en el espíritu del Padrenuestro que dice: Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

miércoles, 19 de mayo de 2010

COMPROMISO CRISTIANO

Con su estilo literario, a la vez ágil y profundo, la profesora Elsie Powell nos conduce a reflexionar sobre el modo en que vivimos nuestra religiosidad, y nos confronta con el modelo vivencial y auténtico que nos dejó Jesús.

Todos conocemos "el síndrome del lunes": el momento en que después de haber pasado un domingo activamente involucrados en cultos, alabanzas, oraciones y participación de símbolos, tenemos que "descender" al llano de las actividades mundanas, como hacer compras o interactuar con compañeros de trabajo. Se nos exige otro lenguaje, otros códigos de comportamiento: los normales y cotidianos.

O podría sucedernos al revés. Épocas en las que sufrimos "el síndrome del domingo", cuando -después de una semana activa de participar en proyectos y planteos concretos de la vida laboral, ingresamos al salón de cultos y nos parece vivir la irrealidad de una serie de ritos extraños, en un lenguaje totalmente esotérico. ¿Es inevitable vivir esta escisión entre mundanidad y "religiosidad"?

Antes de intentar contestar la pregunta pasaré memoria a la forma personal en que el término se fue plasmando en mi conciencia y tomando connotaciones cambiantes y a veces contradictorias a lo largo de mi vida.

Lo primero que recuerdo es "la clase de religión", aquélla de la que nos excluían cada semana a los dos alumnos judíos y a mí, a pedido de nuestros padres. El banco más próximo de la galería nos retenía 45 minutos fuera del aula, en silencio y espera. Una situación un tanto incomprensible para nosotros y por eso atemorizante. Mientras nos quedábamos allí muy quietos, escuchábamos el murmullo bien audible de los rezos que aprendía el resto de los chicos del grado. Yo sentía una mezcla difícil de marginación y rebeldía callada. "Se persignan" decía con aire de superioridad, como si fuera una traición a Dios mismo.

Más tarde, en el secundario, vino el lenguaje cargado de pasión acerca de la enseñanza laica y la enseñanza "religiosa". Percibía la belicosidad de las discusiones en el ambiente nacional, cuando un frente unido y heterogéneo trataba de defender con marchas y protestas el laicismo en la enseñanza. Lo hacía en nombre de la democracia progresista. La palabra "religión" se me volvió entonces más maléfica aún: la gente religiosa era enemiga de la libertad, pensaba.

Así fue cómo adquirió poco a poco ese tinte peyorativo en mi conciencia. "Religión" era lo que tenían los otros. "Nosotros tenemos a Dios". Me acostumbré a contestar que: "no pertenecemos a ninguna religión", cuando se me preguntaba por la mía.

¿Es inevitable vivir esta escisión entre mundanidad y "religiosidad"?

Pero las cosas empezaron a complicarse. Las clases de historia del secundario fueron las primeras que me alertaron de pertenecer no sólo a "la verdad" o al "pueblo de Dios", sino a la herencia religiosa protestante, y pertenecer a una forma histórica entroncada con la Reforma.

Descubrí difusamente mis antepasados religiosos, y tuve que admitir que no habíamos aparecido por generación espontánea. Mal de mí agrado comencé a responder que éramos sí, una expresión religiosa (para que me entendieran): la evangélica. "Pero en realidad…" y allí aprovechaba para degradar el concepto de "religión".

Pero la universidad fue el campo de batalla donde más bajas experimenté. Fui saliendo maltrecha y con heridas difíciles de curar. Por ejemplo, al cursar Introducción a la Psicología, una de las primeras materias, el profesor daba cátedra a unos 100 alumnos en el anfiteatro y, hablando de la estructura psíquica, la primera semana ya nos advirtió: "El alma no existe.

Es un resabio del lenguaje religioso". Recuerdo que tomaba apuntes y levanté la mirada un segundo, sorprendida, para agregar rápidamente: "dice el profesor". No estaba segura de lo que había querido decir, pero el resto del año bastó para entender muchas cosas. Entre los síntomas patológicos más recurrentes estaba… la religiosidad. El profesor nos dio a leer algunos textos clásicos de Freud, y nos machacó acerca del daño de los complejos heredados de una defectuosa comprensión de la realidad, que erigía en dios al padre castrador…

Las otras materias contribuyeron al proceso. En Introducción a la Sociología la religión estaba permanentemente vinculada al oscurantismo de la Edad Media y, más tarde, en la Modernidad, a la explotación. Sólo el avance incontenible de la ciencia vencería la batalla. Los escritos de Marx eran claros: Para luchar contra las injusticias era preciso erradicar el principal escollo: el opio de la religión. Las ideologías de los dominadores siempre apelaban al lenguaje religioso para justificarse, y sólo se las podía desenmascarar cuando se acabaran los vapores adormecedores del lenguaje "celestial".

Pero esa misma estrechez agresiva me parecía extraña, y tornaba sospechosos algunos de sus argumentos. Los psicólogos y sociólogos parecían decir muchas cosas acertadas, pero pasado un límite parecían ellos mismos ser los portadores de complejos y resentimientos hacia Dios.

Mucho más sutil e insidiosa fue la materia que parecía defender el sentimiento religioso: Fenomenología de la religión. Leíamos todo lo que había acerca de "la experiencia religiosa". Teníamos que definir filosóficamente "lo sagrado" y algunos textos, como el de R. Otto y William James parecían abarcar con gran hondura las facetas de esa experiencia.

Pero inadvertidamente, esas hermosas descripciones del fenómeno religioso se habían generalizado tanto que estábamos en compañía de chamanes, budistas, sacerdotes chiitas y brahmanes. Adoradores de dioses que nada tenían que ver con el mío. Pero actuaban igual que yo: oraban, hacían ayunos, meditaban, sentían éxtasis de gozo, lágrimas de comunión mística… ¿Cuál era mi identidad? ¿Dónde me diferenciaba de ellos?

Como en otras crisis de mi crecimiento espiritual, busqué la figura de Jesucristo: Necesitaba desesperadamente observarlo, reconsiderar sus palabras, sus gestos. ¿Era él religioso? Si lo comparaba con los fariseos -religiosos por antonomasia-, no. Tampoco respondía claramente a la figura de los sacerdotes de su época, con su legalismo y sus ritos elaborados. Ni encajaba del todo con la de los profetas, siempre angustiados y sin entender todo lo que pasaba, aparte de su mensaje.

Jesús era distinto, casi normal. Otros teólogos decían que su inserción en la vida de su pueblo había sido la de sacudir políticamente los cimientos de las estructuras sociales. Pero…tampoco era político. Al lado de los "políticos" de su época sí mostraba resonancias claramente religiosas que aquéllos no tenían. Hablaba con Dios y en nombre de Dios. Oraba. Hacía milagros y perdonaba pecados en lugar de emprender reformas o revoluciones sociales. Entonces… ¿era o no era religioso?

Poco a poco me di cuenta de lo que su religiosidad significaba. No mostraba el síndrome del lunes. Cada día, cada hora, y cada minuto, estaba en comunión con el Padre. Su comida era ésa. No había nada escindido en su personalidad. Levantar un niño en brazos, o hacer una pesca abundante, transfigurarse ante los discípulos, o hacer un fuego y dorar un pescado para un desayuno después de una resurrección, estaban inscriptas en un solo libreto. Participaba de la vida de Dios como quien respira el aire de cada día.

Quise ser así, natural, espontáneamente llena de impulsos hacia Dios…y fallé. Mordí el polvo de la derrota. Necesité como todos, del pasaje de iniciación a la vida "religiosa". Reconocer que sólo con otros, me llegaba el efecto renovador de los símbolos del pan y el vino para revitalizar mi fe. Reconocer la necesidad de hábito disciplinado de la oración compartida para no vaciarme de su presencia. Necesitaba de la comunión de mis hermanos para aprender de ellos y de sus experiencias religiosas.

Sí. Necesitaba un espacio sagrado en mi alma para concentrarme, aunque la psicología me lo negara.

Un día comentaron en mi trabajo que yo era una persona "religiosa". Sin poder evitarlo me sentí abatida y avergonzada. ¿No podían haber dicho que veían en mí simplemente a una persona de fe? Todavía no me gustaba aceptar ese calificativo.

Reconocí que sólo con otros, me llegaba el efecto renovador de los símbolos del pan y el vino para revitalizar mi fe.

Y todavía me cuesta. Procuro, sí procuro, ser tan natural como era el Señor. Un peregrino en tierra de nadie, camino a una nueva realidad, que no será "religiosa" porque será la única vivible. Ni siquiera habrá templos. La presencia real de Dios nos acompañará, como hoy nos acompaña el calor del sol. Y la "religación" (1), raíz de la palabra que tan poco me gusta, habrá perdido su sentido y su necesidad.

Después de haber escrito estas reflexiones sobre la religiosidad me di cuenta de que en realidad el problema era mucho más complejo y quedaban demasiadas cosas que decir. Lo que escribí quedó archivado durante un par de meses, y habría quedado allí definitivamente si no me hubiera golpeado nuevamente la angustiante paradoja que significa la vida religiosa, la vida de fe.

La metáfora del acorde disonante en música para expresar lo que se siente en una situación trágica, es conocida (2). Es sabido que una discordancia puede ser bellísima (mucho más que los acordes musicales comunes), y que le debe su belleza al hecho de juntar dos cosas que separadas serían contradictorias, pero juntas contribuyen a un acorde armónico y disonante a la vez. Es difícil describir lo que se siente al escucharlo, pero cualquiera con un poco de oído va a saber de lo que hablo.

Pues bien: la vida religiosa es ese acorde, bellísimo a los ojos de Dios, mezcla de dolor y júbilo en el alma del creyente. ¿Por qué digo esto? Porque basta con tomar ocasionalmente el diario para descubrir que junto a la miseria y al fracaso de la existencia humana, hay todo tipo de logros admirables: hazañas del espíritu humano en muchos órdenes. Aquí un deportista se supera y alcanza una nueva marca gracias a su disciplina.

Allá una mujer valiente desafía el orden corrupto y ejerce juicios insobornables. Aparece el libro de un escritor que nos conmueve con su análisis de la existencia humana. El premio Nobel acredita un hallazgo que tendrá consecuencias humanitarias en ciencia…y así. Hay mucho de verdad y de nobleza en el mundo, y no pasa precisamente por lo religioso.

Sentimos el nudo emocional de estar viviendo una paradoja: Estar en el mundo y no ser del mundo. Ver mucha nobleza que dejamos de lado por vivir con mayor coherencia nuestra fe. Muchas verdades que quedarán inexploradas por nosotros porque queremos seguir la Verdad.

Sentimos el nudo emocional de estar viviendo una paradoja: Estar en el mundo y no ser del mundo.

Y lo trágico es tener que vivir la Verdad de una manera tan impotente, tan precaria, y tan frágil como la vivió el propio Jesús. Quisiéramos, como Juan y Jacobo -"hijos del trueno"-, poder levantar esa Verdad en alto y decir "vean, yo la tengo…". Pero no nos es dado semejante poder de convencimiento.

No podemos blandir nuestra verdad como una teoría capaz de competir por un premio Nobel. El relato del establo es una Poesía escrita por Dios en su firmamento, pero no recibiría la faja de los certámenes literarios contemporáneos. Y la Verdad de la encarnación y la resurrección, aunque significan la expresión metafísica y científica más portentosa de los tiempos, no sería creíble en los congresos de ciencia. Ser verdaderamente religioso es tener que asirse a una Verdad sabiendo que ganará a los débiles y a los que "no son", pero no a los sabios de este mundo. Una Verdad que no aparecerá como verdad excepto al corazón de los humildes. Una Belleza que seguirá escondida hasta el fin de los tiempos tras el espectáculo sórdido de una ejecución.

Y uno vive con mucha lucidez esa paradoja. Si algo define la vida de fe, es precisamente el acorde disonante y magnífico que Pablo describió como la muerte de cada día para que la Vida de Dios se haga presente.

lunes, 17 de mayo de 2010

EL TREN DE LA VIDA

Un día leí un libro muy interesante que comparaba la vida con un viaje en TREN. Una comparación extremadamente interesante cuando es bien interpretada. Interesante porque nuestra vida es como un viaje en un tren, llena de embarques y desembarques, de pequeños accidentes en el camino, de sorpresas agradables, con algunas subidas y bajadas tristes.

Cuando nacemos y subimos al tren, encontramos dos personas queridas que nos harán conocer el viaje hasta el fin: NUESTROS PADRES. Lamentablemente ellos en alguna estación se bajarán para no volver a subir más. Quedamos huérfanos de su cariño, protección y afecto. Pero a pesar de esto, nuestro viaje debe continuar; conoceremos otras interesantes personas, durante la larga travesía, subirán nuestros hermanos, amigos y amores.

Muchos de ellos solo realizarán un corto paseo, otros estarán siempre a nuestro lado compartiendo alegrías y tristezas. En el tren también viajarán personas que andarán de vagón en vagón para ayudar a quién lo necesite.

Muchos se bajarán y dejarán recuerdos imborrables. Otros en cambio viajarán ocupando asientos, sin que nadie perciba que están allí sentados. Es curioso ver como algunos pasajeros a los que queremos, prefieren sentarse alejados de nosotros, en otros vagones. Eso nos obliga a realizar el viaje separado de ellos. Pero eso no nos impedirá, con alguna dificultad, acercarnos a ellos. Lo difícil es aceptar que a pesar de estar cerca, no podremos sentarnos juntos, pues muchas veces otras son las personas que los acompañan.

Este viaje es así, lleno de atropellos, sueños, fantasías, esperas, llegadas y partidas. Sabemos que este tren solo realiza un viaje: el de ida. Tratemos, entonces de viajar lo mejor posible, intentando tener una buena relación con todos los pasajeros, procurando lo mejor de cada uno de ellos, recordando siempre que, en algún momento del viaje alguien puede perder sus fuerzas y debe entender eso. A nosotros, también nos ocurrirá lo mismo y seguramente alguien nos entenderá y ayudará.

El gran misterio de este viaje es que no sabemos en cual estación nos tocará descender. Pienso: Cuándo tenga que bajarme del tren, ¿sentiré añoranzas? Mi respuesta es SI; dejar a mis hijos viajando solos será muy triste. Separarme de los amores de mi vida será doloroso. Pero tengo la esperanza de que en algún momento nos volvamos a encontrar en la Estación principal y tendré la emoción de verlos llegar con mucha más experiencia de la que tenían al iniciar el viaje. Seré feliz al pensar que en algo pude colaborar para que ellos hayan crecido como buenas personas.

Ahora en este momento, el tren disminuye la velocidad para que suban y bajen personas. Mi emoción aumenta a medida que el tren va parando...

¿Quién subirá?, ¿quién será? Me gustaría que pensaras que desembarcar del tren, no es solo una representación de la muerte o del término de una historia que dos personas construyeron y que por motivos íntimos dejaron desmoronar.

Estoy feliz de ver como ciertas personas, como nosotros, tienen la capacidad de RECONSTRUIR para volver a empezar, eso es señal de LUCHA y GARRA, y saber vivir es poder obtener lo MEJOR de todos los pasajeros.

Agradezco a DIOS porque estemos realizando estos viajes juntos y a pesar de que nuestros asientos no estén juntos, con seguridad el vagón es el mismo.

GRACIAS POR COMPARTIR ESTE VIAJE.

EDUARDO RODRIGUEZ

HABLANDO EN FAMILIA

Como siempre es un gusto compartir en familia este diálogo con los lectores y amigos de COMPROMISO Cristiano.

El presente número aborda un tema de sumo interés para los creyentes en el día de hoy. ¿Qué lugar ocupa lo sagrado dentro de la vorágine de la actividad cotidiana? ¿Hemos creado espacios separados donde lo sagrado aporte una perspectiva siempre nueva y misteriosa a la realidad de lo seglar? ¿Interactúan de manera dinámica y creativa ambas dimensiones en nuestra vida, en la familia y en la iglesia?

Estas son algunas preguntas que surgen cuando nos planteamos el tema de lo secular y lo sagrado. Pero también debemos buscar afirmaciones para confirmar nuestra condición de hombres y mujeres de fe en el mundo materialista y racional en el que nos toca vivir.

Ojala que sin avergonzarnos, y con plena convicción, podamos proclamar que Jesucristo es el Señor en medio de los dioses del tiempo presente.

Encontraremos algunos artículos con un fuerte contenido orientado al compromiso social, esta visión también surge como consecuencia de la dinámica de lo secular y lo sagrado. El profesor Juan Driver, en "La misión de Jesús y la nuestra", nos muestra que seguir a Jesús no es tarea sencilla, sino que somos enviados "como ovejas en medio de lobos". ¿Estamos dispuestos a seguir a Jesús, aun cuando ello implique negarnos a nosotros mismos y hacernos siervos obedientes hasta la muerte?

Hemos recibido ofrendas de queridos hermanos que han deseado colaborar con la tarea de la Fundación Escuela Bíblica Evangélica. No mencionamos nombres, aunque el Señor los conoce, pero queremos agradecerles de todo corazón por su mano generosa para que el Reino de Dios se continúe extendiendo.

Aprovechamos esta oportunidad para insistir en pedirles oración y su ayuda. La necesitamos.

Querido lector, esperamos que disfrute del presente número de COMPROMISO Cristiano. Como siempre, lo invitamos a escribirnos para mantener con usted un diálogo enriquecedor, y poder recibir la respuesta a una tarea que, si está orientada en una sola dirección, tarde o temprano pierde sus parámetros de realidad.

Un saludo cordial,

UNA REFLEXION DEDICADA A MIS HERMANOS EN CRISTO

(El compromiso) Por EDUARDO RODRIGUEZ Compromiso. El diccionario dice: "Obligación contraída, palabra dada, fe empeñada". Hace poco tiempo escuchaba a mi Pastor, que en un fuerte, veraz y emotivo discurso, reclamaba al numeroso público que lo escuchaba que se comprometieran con el presente y el porvenir del país.

Y hoy me pregunto Dios:

¿Me comprometo como cristiano?

¿Estoy haciendo lo suficiente para cumplir con lo que manda La Palabra?

¿No estoy resultando un tibio cristiano que se conforma con proclamar su fe en Dios, acude a las reuniones, aporta o no su diezmo, lee la Biblia pero deja mucho que hacer por el prójimo necesitado, por la reivindicación de los marginados, por la defensa de las causas justas, por los crímenes impunes, por el trabajador mal remunerado, por el indio desposeído de su tierra, por el que no tiene acceso a la salud, a la educación o a la vivienda? ¿Estoy haciendo algo por los niños de la calle, por las mujeres maltratadas, por los discapacitados con carencias espirituales o materiales?

¿Estoy interviniendo en los reclamos por la falta de honestidad en las más altas esferas del gobierno y la sociedad? ¿Estoy trabajando activamente en contra de la corrupción? ¿Estoy tratando de concientizar en lo que a mí compete en que consiste el respeto a las dignidades humanas desde el punto de vista bíblico? ¿O fue Jesús acaso un pacífico pastor de almas?

Para su época, fue combatido como un verdadero subversivo. Lideró a multitudes proclamando justicia y dignidad en nombre de Dios entregó su vida en defensa de la nuestra.

Si todo esto no nos alcanza hermanos para jugarnos como cristianos de verdad, será porque no merecemos llamarnos así.

Aceptemos humildemente la voluntad de Dios para con lo que nos toca pero no nos quedemos tranquilamente esperando que alguien aporte lo que nosotros no aportamos. El Señor hará sólo lo que no esté a nuestro alcance. Pidámosle ayuda a Él para ser verdaderos servidores suyos aquí en la tierra en que vivimos y démosle gracias por eso.

LA ALEGRIA DE UNA VIDA SENCILLA

En una socie d ad ha m bri e nt a d e p os ee r co sa s, h oy y si e m p re – n o es fá c i l p ara e l crist i ano “est a r cont e...