jueves, 9 de septiembre de 2010

SALMO DE DOMINGO

Señor, me he asomado a la ventana

y he visto una cálida rosa fulgurante

y bajo el pino, los pájaros

en una jubilosa algarabía

de gorjeos y de alas.

Señor, esta mañana de domingo

vamos a estar contigo,

vamos a recordarte en el pan y en el vino.

¿No es acaso esa rosa como tu sangre?

¿No somos nosotros más que muchos pajarillos?

"En gran manera he deseado estar con vosotros

antes de que padezca".

¿Y no volverás a padecer si me ves indiferente

o si encuentras mi sitio vacío?

Oh Señor, esta es mañana de domingo

y nos has invitado a tu mesa.

Por eso,

no nos dejes pensar ahora en otra cosa.

Ni en lo que almorzaremos hoy, ni en lo que

queda por hacer,

ni en las cuotas por pagar,

ni en el trabajo de mañana,

ni en eso que Tú sabes que nos duele.

Después sí;

ahora estamos invitados a tu mesa.

Andarás entre nosotros

mientras cantamos himnos

y comemos el pan

y bebemos el vino.

(Y la sombra de la cruz

es un abrazo que se extiende

alto, ancho, profundo, sin medida…)

De pensarlo, el corazón se vuelve

temblor y alabanza;

cálido como el terciopelo de una rosa,

gozoso y elemental

como los pájaros que juegan bajo el pino.

Paulina de Farfán

(Tomado del libro "Pequeña POESÍA)

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